
El Homo floresiensis, una antigua especie humana apodada “hobbit” por su baja estatura de poco más de 1 metro, habitou durante más de un millón de años la isla de Flores, en Indonesia. Un reciente estudio publicado en Communications Earth & Environment ofreció nuevas pistas sobre su misteriosa extinción.
Investigadores de universidades de Europa, Asia y Oceanía analizaron el clima de la isla entre hace 91.000 y 47.000 años. En una caverna conocida como Liang Luar, descubrieron una estalagmita que conservó registros detallados de variaciones en las lluvias durante milenios. Su composición química reveló información sobre las precipitaciones de verano, de invierno y el promedio anual.
Los análisis permitieron dividir el clima en tres fases. Entre hace 91.000 y 76.000 años, el ambiente fue húmedo. Posteriormente, entre hace 76.000 y 61.000 años, las lluvias se volvieron más estacionales, con veranos lluviosos e inviernos secos. Finalmente, a partir de hace 61.000 años, el clima se tornó mucho más árido, con largas sequías que alteraron el ecosistema.
Este cambio climático habría impactado de forma crítica a dos especies: los Homo floresiensis y su principal presa, el elefante-pigmeo conocido como Stegodon florensis insularis.
Los científicos compararon el registro climático de la estalagmita con fósiles dentales de Stegodon encontrados en otra caverna, Liang Bua, y observaron una correlación directa entre ambos. Más del 90% de los restos del elefante-pigmeo coincidían con el período en que las condiciones climáticas todavía eran favorables, antes de que se intensificaran las sequías.
Cuando la disminución de lluvias redujo drásticamente la disponibilidad de agua dulce y alimento, se produjo lo que los expertos calificaron como un colapso ambiental lento pero inevitable. El elefante-pigmeo habría migrado hacia el litoral en busca de fuentes de agua más estables, y con él también se habrían desplazado los “hobbits”.
El estudio sugiere que el río Wae Racang, fuente de agua esencial en la estación seca, sufrió una reducción significativa de su caudal, forzando la migración de estas especies. Al perder su fuente de alimento, el Homo floresiensis también habría abandonado su hábitat original.
Vestigios bajo cenizas volcánicas
Los últimos indicios arqueológicos del Stegodon y de herramientas fabricadas por Homo floresiensis aparecieron cubiertos por una gruesa capa de ceniza volcánica con una antigüedad estimada de 50.000 años. Aunque no se puede confirmar si esta erupción aceleró la extinción, sí habría agravado un entorno ya deteriorado por la sequía.
Encima de esa capa de ceniza se encontraron los primeros rastros del Homo sapiens en la región. Aunque no existen pruebas directas de contacto entre ambas especies, se sabe que los humanos modernos ya recorrían las islas del sudeste asiático hace aproximadamente 60.000 años, rumbo a Oceanía.
Si los “hobbits” se desplazaron hacia zonas costeras por la falta de agua, podrían haberse encontrado con grupos de Homo sapiens. La competencia por recursos, enfermedades o la aparición de nuevos depredadores podrían haber sido factores adicionales en su desaparición.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
