
Un equipo de paleontólogos en el sur de Brasil identificó una nueva especie de reptil carnívoro que vivió hace 240 millones de años y que se parece a un dinosaurio, pero no lo es. El hallazgo fue divulgado el 12 de noviembre en la revista científica Journal of Systematic Palaeontology.
El ejemplar fue denominado Tainrakuasuchus bellator. Medía 2,4 metros de longitud, pesaba alrededor de 60 kilogramos y pertenecía al grupo de los Pseudosuchia, ancestros directos de los cocodrilos y caimanes actuales.
Los restos fueron encontrados en el municipio de Dona Francisca, en el estado de Rio Grande do Sul. Los fósiles incluyen fragmentos de la mandíbula inferior, partes de la columna vertebral y de la cintura pélvica.
No era un dinosaurio, pero se parecía
Aunque tenía una estructura corporal similar a la de los dinosaurios, la configuración de la pelvis y del fémur demuestra que no lo era. Los científicos explicaron que esas diferencias estructurales permiten clasificarlo dentro de otra línea evolutiva.
La especie corresponde a un grupo de reptiles que dominó como depredador en el Período Triásico, antes del auge de los dinosaurios. Según los investigadores, estos fósiles son extremadamente raros y aportan nueva información sobre un ecosistema que presentaba gran variedad de especies, tamaños y formas de caza.
Un cazador ágil con mandíbula afilada
El Tainrakuasuchus bellator no fue el mayor carnívoro de su tiempo, pero sí uno de los más activos. Competía con reptiles de hasta siete metros de largo, aunque conservaba su ventaja por la agilidad y precisión de sus ataques.
Sus presas eran atrapadas con una mandíbula delgada, equipada con dientes curvados y filosos, capaces de producir cortes profundos que provocaban una muerte rápida.
Los restos fósiles pasaron por un proceso de preparación minuciosa en laboratorio, durante el cual la roca que los cubría fue retirada cuidadosamente. Tras el análisis anatómico, el equipo concluyó que se trataba de una especie no documentada por la ciencia.
Conexión entre Sudamérica y África
La investigación también aporta evidencia sobre la antigua conexión entre lo que hoy se conoce como Brasil y África. Durante el Período Triásico, ambos territorios estaban unidos dentro del supercontinente Pangea, lo que permitía la dispersión libre de especies entre continentes.
Este vínculo explica las similitudes evolutivas entre animales que vivieron en ambos lados del océano. Según los científicos, el descubrimiento refuerza la idea de que los reptiles ya formaban comunidades ecológicas complejas y diversas en lo que hoy es el sur de Brasil.
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