
En una pequeña oficina ubicada en Curridabat, el físico costarricense Jorge Andrés Díaz está realizando la evaluación y construcción de nuevas tecnologías para mejorar la detección de fugas de combustibles líquidos durante los despegues de las próximas naves espaciales de la NASA.
Esta tecnología, que está siendo probada y mejorada en Costa Rica, será parte del equipo tecnológico que utilizarán las naves del programa Constelación , que en el 2015 sustituirán a los actuales transbordadores.
Evitar la fuga de combustibles líquidos –como el hidrógeno y el oxígeno– puede salvarle la vida a los astronautas y también ahorrarle millones en pérdidas a la NASA, de allí la enorme responsabilidad de la labor que realiza este costarricense en su propia compañía llamada NTCR (New Technology Costa Rica).
“En el Centro Espacial Kennedy, Florida, una nave espacial se lanza mediante una explosión controlada. Estar dentro de ella es estar parado en una bomba. Nuestra labor es desarrollar los instrumentos que permitan que no explote lo que no tiene que explotar y, por ende, que el lanzamiento sea seguro”, explicó a La Nación Díaz.
Para ser contratado, Díaz debió acreditarse como proveedor de esa instancia estadounidense y participar en un concurso abierto. Díaz fue elegido y legitimado como el mejor oferente hace tres semanas. Cinco expertos costarricenses más trabajarán con él en NTCR, ubicada en Curridabat.
Todo en su lugar. En concreto, los aparatos que Díaz evalúa en el país deben ser capaces de detectar que en los sitios de las naves donde no debe haber presencia de gases como el hidrógeno y el argón, en efecto no estén presentes esas sustancias. “Si en una nave espacial hay hidrógeno donde no debe, esto significa que hay aire ‘camuflado’ y que el lanzamiento es inseguro”, dijo el científico.
El año pasado, Díaz realizó una asesoría para NASA en este tema. Sus evaluaciones evidenciaron que la detección de gases en la plataforma de lanzamiento se pueden mejorar. “Hay pequeños atrasos en cuanto al tiempo de respuesta. Este tiempo puede acortarse y eso es parte de lo que se trata de hacer”.
Pero el experto añade que su trabajo no solo trata de crear sensores químicos para las naves, sino también de comprender cómo se transportan los gases dentro de la nave espacial para mejorar la forma como se detectan.
Este planteamiento requiere probar nuevos materiales y nuevas geometrías para ver si existe alguna forma más eficiente. Estos son precisamente los experimentos que se realizan en Curridabat.
Debido a un contrato de confidencialidad, Díaz no puede dar detalles de los aparatos en los que labora.
“Este trabajo es una gran responsabilidad. La nueva tecnología debe ser lo más segura posible. El actual programa de transbordadores realiza cuatro lanzamientos al año como máximo, el programa Constelación se espera que sea más eficiente y que logre el envío de seis naves por año, como mínimo”, recalcó Díaz.
“El contrato inicial sugiere que nos mantendremos en esta labor hasta el 2012, como mínimo”, agregó.
“Estoy muy complacido de poder decir que aquí en el país ya se estén haciendo este tipo de trabajos para una entidad como lo es NASA y que ellos mismos reconozcan que en este país se pueden hacer esas cosas”, concluyó.
Díaz es un experto en espectrómetros de masas, aparatos del tamaño de una refrigeradora que pueden determinar qué elementos químicos y en qué porcentajes se encuentran en un sitio.
Tras graduarse de físico en la Universidad de Costa Rica realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Minesota, EE. UU., donde desarrolló un espectrómetro de masas miniatura.
Con ese invento, Jorge Andrés Díaz Díaz obtuvo el Premio Nacional de Ciencia en 1999 y el Premio Mundial de la Propiedad Intelectual 2002. Así fue como se convirtió en una autoridad en el tema y fue solicitado por la NASA para estas labores.