
Liberia. Adriana y Amapola, las dos jirafas hembras que habitan el Parque Zoológico África Mía desde hace 22 meses muestran síntomas de embarazo.
Así lo reveló esta semana a La Nación su veterinaria, la ucraniana Tania Pivovarova, con más de 20 años de experiencia.
Según la especialista, esta es una gran noticia para ellos y también para Centroamérica pues no se tiene registro de ningún otro nacimiento de jirafas ocurrido en la región.
La jirafa Adriana tiene tres años y medio y es la más grande y robusta de las dos. Por su parte, la otra embarazada sería la jirafa Amapola, que tiene tres años y 9 meses. La altura de ambas hembras no supera los cuatro metros ni los 1.000 kilogramos de peso, por lo que se duda aún de su madurez sexual y del probable bajo peso de las crías que nacerán de estas “madres adolescentes”.
Nótese que alguna literatura científica sugiere que una jirafa alcanza su madurez sexual hasta los ocho años, aunque se reconoce que el clima cálido –como el del Trópico– puede contribuir con el desarrollo de la glándula del cerebro llamada hipófisis, que les permite una maduración precoz.
Los padres de estas crías serían Barack Obama, una jirafa macho de tres años y cuatro meses, o Goliat, jirafa macho de cuatro años y siete meses, el más grande y robusto de estos animales en Liberia.
¿Pruebas? La especialista explica que hay claros indicios físicos y de comportamiento que apoyan la hipótesis del embarazo.
“Creemos que ambas jirafas están embarazadas porque es posible notar, a simple vista, un abultamiento del lado derecho del abdomen de estos animales, que es donde se produce el embarazo”, indicó la ucraniana, quien monitorea estos animales diariamente, desde hace dos años.
Además, ambos animales se han hecho más “sociables”. “Antes estas jirafas eran animales mucho más agresivos, pero ahora son más dóciles con nosotros y con los visitantes y, siempre están muy interesadas en comer, conducta propia de una hembra preñada”, añadió.
“Cierto, no le hemos hecho un examen de estrógenos en la sangre o un ultrasonido a las jirafas para estar 100% seguros de su embarazo porque esto puede perjudicar tanto a los animales, que podrían perder el feto e incluso su vida”, reconoció la veterinaria.
Pivovarova enfatizó que estos no son animales domesticados, por lo que se estresan mucho cuando se les interviene. “Son animales muy frágiles y por satisfacer mi curiosidad o vanidad no puedo ni debo poner su vida en peligro”, dijo.
A propósito, la especialista recordó la muerte por estrés de otra jirafa hembra que fue trasladada en marzo del 2007 desde Ohio, Estados Unidos, hasta Guanacaste .
La veterinaria indicó que se ha dejado de percibir el ciclo de menstruación de ambas jirafas –que ocurre entre cada 22 y 28 días–, así como su conducta de celo, lo que apoyaría la idea del embarazo. “Es difícil programar la fecha exacta de los nacimientos porque nadie vio cuando se produjeron las copulaciones, solo se vio el comportamiento cuando los machos cruzaban sus cuellos, que es un ritual de conquista”, manifestó.
Un embarazo de una jirafa puede durar hasta 15 meses, pero este ciclo biológico no es tan exacto, sino muy relativo según la temperatura del sitio y la buena alimentación de los animales. Cada jirafa tendría una cría por parto natural.
Pivovarova reconoció que hay un 10% de probabilidad de que se trate de embarazos falsos, es decir, que las jirafas experimenten todo el proceso biológico y hasta el parto, pero sin nacimiento de crías.