
Una sección de muralla antigua, construida hace aproximadamente 2.100 años, fue localizada durante excavaciones en el complejo de la Torre de David, en el corazón de la Ciudad Vieja de Jerusalén. El anuncio lo realizó la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA, por sus siglas en inglés) el pasado lunes 8 de diciembre.
La estructura corresponde a la llamada Primera Muralla, una línea defensiva que en el siglo II a. C. rodeaba Jerusalén durante la época del Segundo Templo. Su descubrimiento reabre un debate que ha permanecido sin respuesta por décadas: ¿fue destruida por decisión de los líderes hasmoneos o por Herodes, gobernante reconocido en relatos bíblicos?
Una fortificación con más de 40 metros
Durante las obras de expansión del museo, que incluyen la nueva Ala Schulich de Arqueología, Arte e Innovación, arqueólogos hallaron un segmento de muralla que supera los 40 metros de largo, tiene cerca de 5 metros de ancho, y muestra piedras talladas según el estilo arquitectónico típico del período hasmoneo.
Estudios sugieren que esta muralla llegó a medir más de diez metros de alto, aunque en la actualidad solo permanece la base. La fortificación circundaba sectores clave, como el Monte Sion, y era reforzada por torres y portones, según los registros históricos del cronista Flavio Josefo.
Más allá de su estado de conservación, los arqueólogos destacaron la destrucción deliberada de la muralla. Las capas arqueológicas revelan que fue derribada hasta la base, con una acción sistemática que no se relaciona con el colapso natural o daños de batalla.
Dos teorías principales explican su desaparición. La primera vincula la destrucción al cerco de Jerusalén por Antíoco VII Sidetes, entre los años 134 y 132 a. C. En ese contexto, Juan Hircano I, líder de la dinastía hasmonea, habría aceptado desmontar las defensas de la ciudad a cambio de mantener el control político, bajo términos que incluyeron el pago de 3.000 talentos de oro.
La segunda teoría apunta a una acción posterior, cuando Herodes, aliado de Roma, construyó su palacio en el mismo lugar. Especialistas creen que el monarca enterró intencionalmente la muralla como estrategia para eliminar rastros de la dinastía anterior y consolidar su legitimidad.
Este hallazgo se conecta con excavaciones anteriores realizadas en la década de 1980. En esas investigaciones, dirigidas por Renée Sivan y Giora Solar, se identificaron centenares de proyectiles helenísticos junto a la muralla. Los objetos incluían flechas, piedras de catapulta y balas de honda, y fueron interpretados como remanentes del conflicto con Antíoco VII.
Varios de estos artefactos ahora forman parte de la colección del Museo de la Torre de David.
Conexión con el pasado de Jerusalén
La muralla recién expuesta permite observar su cara interior, algo poco común en Jerusalén debido a la superposición de capas históricas. Fragmentos de cerámica y monedas confirman que la estructura pertenece al período hasmoneo. La técnica de construcción, con bloques de piedra ensamblados sin mortero, coincide con las utilizadas por los macabeos.
Durante los trabajos también se localizó una estructura más antigua, posiblemente de la época del Primer Templo, que abarcó desde el siglo X al VI a. C. Esta área se encuentra bajo análisis.
La nueva ala del museo permitirá a los visitantes caminar sobre un piso transparente instalado directamente sobre la muralla, integrando elementos de tecnología, arte contemporáneo y arqueología.
Para la directora del Museo de la Torre de David, Eilat Lieber, este hallazgo refuerza la continuidad histórica de Jerusalén, ciudad marcada por constantes transformaciones políticas, religiosas y culturales.
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