
El muy activo volcán Turrialba, en Cartago, estará ahora más vigilado que nunca.
A partir de esta semana, cuatro “ojos artificiales” servirán a los científicos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori) de la Universidad Nacional (UNA) para estar pendientes, 12 horas al día, de su actividad y, así, poder visualizar si se va a producir alguna actividad volcánica y, como consecuencia, una situación de emergencia para las poblaciones aledañas.
Estos “ojos” son estaciones permanentes de alta tecnología que tienen incorporados detectores especiales de gases.
Cada estación cuenta con un sensor óptico, una caja de instrumentos y una antena de transmisión que envía los datos en tiempo casi real a la UNA. Cada una posee su propio panel solar, por lo que es energéticamente autosuficiente.
Los nuevos “ojos” fueron colocados en puntos estratégicos en la dirección más afectada por los gases: al noroeste, oeste y suroeste del cráter principal del coloso.
Las estaciones tendrán la labor de medir la cantidad de dióxido de azufre (SO2 ) que sale del volcán. Para la instalación se contó con el aporte de expertos de El Salvador y de Suecia.
Según los científicos de la UNA, es importante medir el SO2 porque este es un gas altamente corrosivo que afecta el sistema respiratorio, principalmente a las personas que sufren de asma, y daña las plantaciones de las cercanías.
El incremento del SO2 también puede alertar a los científicos y expertos a tiempo, y permitirles emitir alertas de emergencias de una forma mucho más responsable y rápida.
¿Por qué solo el azufre? Según el último reporte del Ovsicori, la cantidad de dióxido de azufre (SO2) emitido desde el cráter oeste ha aumentado dramáticamente en el último año.
Mientras que mediciones realizadas en febrero del 2002 mostraban tan solo una tonelada de SO2 por día, en enero el coloso emitió hasta 750 toneladas diarias de SO2 y, en febrero, la cifra subió a 3.200 toneladas.
La cantidad de SO2 ha crecido tanto que, incluso, otros estudios realizados por la UNA han detectado la presencia de este gas en las cercanías del aeropuerto Juan Santamaría, en Alajuela.
Según confirmó el vulcanólogo Eliécer Duarte, las mediciones de SO2 que se hagan en el Turrialba podrán aprovecharse en todo el mundo como parte de un proyecto llamado “Novac”, que estudia la contaminación de la atmósfera que produce la propia naturaleza. El proyecto es financiado por un consorcio multinacional y participa en la vigilancia del dióxido de azufre en una docena de países con volcanes activos como el Turrialba.