Con temperaturas bajo cero, vientos de altísima velocidad y cielos aderezados con intensas auroras boreales, la costarricense Melania Guerra Carrillo , participa este mes en una expedición científica internacional por Groenlandia.
“Nuestro trabajo contribuye a seguir aprendiendo sobre el cambio climático en las regiones polares, que son reguladores del clima en el resto del planeta”, explicó Guerra, ingeniera mecánica de la Universidad de Costa Rica y doctora en Oceanografía del Instituto Scripps de Oceanografía (EE. UU.).
Actualmente ella labora en el Laboratorio de Física Aplicada, Universidad de Washington, también en Estados Unidos y, como parte de su trabajo, hace tres semanas está a bordo de una de las embarcaciones más emblemáticas para la ciencia: el buque oceanográfico R/V Atlantis , del Instituto Oceanográfico Woods Hole.
Dicha plataforma es el hogar de Alvin, el sumergible estadounidense que puede llevar a tres personas hasta a 4.500 metros bajo el nivel del mar.
“El trabajo de nuestro equipo en esta colaboración es actualizar las estaciones científicas ancladas en Groenlandia. Son 14 en total y se cambian anualmente. Las recogemos, les cambiamos baterías y memorias a los instrumentos y las volvemos a colocar en el fondo”, explicó Guerra a La Nación.
Las estaciones científicas están instaladas cruzando el estrecho de Davis, desde la costa oeste de Groenlandia hasta la costa este de Canadá. Algunas están apenas a 50 metros de profundidad, pero otras van mucho más al fondo, hasta los 1.200 metros.
“Como en invierno se forma hielo en la superficie, no podemos dejar nada flotando porque se atraparía o arrancaría. Entonces todo queda escondido unos 25 metros bajo el agua”, detalló.
¿Cómo logran recuperarlas?, le preguntamos. Según la científica, lo que se hace es que emiten un sonido específico que es reconocido por un aparato de la estación que, entonces, suelta el ancla y se levantan las boyas.
Luego se usa la grúa del barco para alzar toda la estación y colocarla en cubierta. Siguen unas cuantas horas de limpiar y cepillar para arrancar todas las comunidades de organismos que les han crecido encima.
Desafío. La costarricense señaló que el propósito de esta misión, la cual es financiada por la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, es medir los flujos de varios parámetros que entran y salen del Ártico.
”Los científicos ahorita están muy interesados en los tres estrechos que conectan al océano Ártico con el Pacífico (estrecho de Bering) y con el Atlántico (estrechos de Davis y el de Fram).
”Entender cuánto flujo de agua fresca, calor, nutrientes o oxígeno pasan por esos estrechos nos ayuda a saber cuánto va cambiando el Ártico con el tiempo y qué impactos tienen esos cambios sobre las poblaciones que sostiene el ecosistema”, indicó.
La expedición es una colaboración entre la Universidad de Washington y el Instituto Bedford de Oceanografía de Canadá y concluirá este viernes. Eventualmente, cuando estén analizados, los datos serán difundidos en publicaciones científicas.
“Tenemos la gran motivación de entender porqué el 2015 fue el año con el cuarto nivel mínimo de hielo en el Ártico desde que se tiene registro y porqué la región se está calentando al doble de la velocidad del resto del mundo. Estos datos nos ayudarán a descubrir más de las dinámicas que suceden bajo el agua”, apuntó.
“Si somos sabios como humanidad, usaremos este tipo de evidencia validada y científica para actuar en una mejor dirección y evitar más desastres político-ambientales, que inevitablemente se vuelven disturbios sociales, porque las consecuencias de un planeta fuera de balance apenas empiezan a manifestarse”, concluyó Guerra, quien en el 2011 había sido reclutada por la organización Astronauts4Hire para entrenarse como astronauta comercial.
Además, en el 2014 participó de una misión de exploración en la isla del Coco.
Guerra es integrante de la Directiva de la Asociación Estrategia Siglo XXI y colabora periódicamente como docente invitada y como conferencista de eventos como TEDx .