Michael Collins fue el único astronauta que viajó en el Apolo 11 y no caminó sobre la Luna. Como piloto de mando de la misión debía quedarse en todo momento en la nave y estar al tanto de las comunicaciones con la Tierra, coordinar las necesidades de sus compañeros astronautas Neil Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin y verificar que todo el funcionamiento del vehículo estuviera bien para el regreso a casa.
No obstante, sí vio ese satélite de cerca y eso marcó su vida. Este martes, el astronauta, hoy pronto a cumplir sus 89 años, regresó a la plataforma 39A del Centro Espacial Kennedy en Florida, Estados Unidos, el mismo lugar donde un 16 de julio de 1969 despegó el Apolo 11 hacia su hito histórico: que los primeros seres humanos caminaran en la Luna y la estudiaran de primera mano.
Collins conversó con Bob Cabana, director del Centro Espacial Kennedy y reflexionó sobre lo vivido en aquel entonces.
La idea de la NASA era realizar un reencuentro con los astronautas que aún viven (Armstrong murió en el 2012) y que Aldrin también estuviera presente, pero canceló a última hora por “motivos de fuerza mayor”. Al final Collins fue el único en acudir a la cita, pero su relato transportó a los oyentes hasta aquella inolvidable fecha.
Despegue de la misión Apolo 11Despegue de la misión Apolo 11, sucedida hace exactamente 50 años. https://www.nacion.com/ciencia
Posted by nacion.com on Tuesday, July 16, 2019
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“El Apolo fue muy diferente al Géminis (misión anterior en la que había estado). El Apolo era un asunto muy serio. Sabíamos que teníamos los ojos del mundo sobre nosotros. Teníamos mucha responsabilidad sobre nuestros hombros. La presión fue muy grande”, rememoró el astronauta.
Y añadió: “no importa cuán bien estuviéramos haciendo las cosas. No había tiempo de relajarse, disfrutar o felicitarte por lo bien que iba todo hasta el momento. Estábamos muy pendientes de qué seguiría para la misión. Había mucho de lo que teníamos que estar pendientes”.
Durante varias horas en aquella misión, mientras sus compañeros estaban en la Luna, él paso solo. ¿Se sentía acaso la persona más solitaria del universo? Le preguntó Cabana.
“Es una pregunta que me hacen mucho. ¿Era la persona más sola de la Historia? ¡Nunca me sentí así! Ya sabía lo que era estar solo en una nave. ¡Estuve de lo más bien! No tenía miedo porque me sentía seguro en ese lugar, confiaba en mi entrenamiento. Pero tampoco sentí en soledad, estaba muy feliz de ver que todo estaba funcionando. Mientras Buzz y Neil estaban en la Luna, yo tomé café, escuché muy buena música. Tenía todo lo que necesitaba. Realmente disfruté el tiempo conmigo mismo”, rememoró Collins.
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La pregunta saltó casi por sí sola: ¿no le hizo falta caminar por nuestro satélite?
La realidad es que sí tuvo la oportunidad de hacerlo en otra misión, pero la rechazó. El estar con su familia pudo más.
“Las diferentes familias de nosotros reaccionaron diferente al tenernos. En mi caso, tenía niños pequeños que no podían abandonar la escuela, entonces ellos se quedaron con mi esposa en Houston. Algunos se llevaron a su familia a Florida, para nosotros funcionó mejor separarnos”, destacó el astronauta.
"Me ofrecieron ser el comandante del Apolo 17, incluso antes de regresar a casa. Deke Slayton era mi jefe y le dije ‘si algo sale mal en este 11, me tendrás aquí, tocando la puerta pero si todo es un éxito, yo me voy de aquí’, puntualizó.
Y añadió: “la razón por la que tomé esa decisión fue de varios aspectos. Principalmente porque eso era vivir unos tres años de entrenamiento, de pasar en hoteles lejos de mi familia. No quería separarme más de mis niños pequeños y de mi familia que me habían apoyado tanto. No parecía justo que ellos pasaran por eso nuevamente. Deke entendió eso y me lo respetó”.
¿Qué piensa él de las futuras misiones espaciales? Collins concluye con que está “fascinado” con que sean mujeres quienes comanden.
“No solo una mujer tiene todas las capacidades de hacer lo mismo que un hombre hace en el espacio. Probablemente lo haga mejor", concluyó.
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Lanzamiento decisivo
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El 16 de julio de 1969, a las 9:32 a. m. la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) lanzó una de las misiones más decisivas de su historia. No solo se trataba de llegar donde ningún otro ser humano había llegado antes, también de todo lo que podía venir después.
Era el primer intento de un alunizaje con humanos y debía probarse exitoso. Los ojos y la presión del mundo estaban sobre esta misión.
Cerca de un millón de personas comenzaron a reunirse desde una semana antes en las playas de Florida para ser testigos del lanzamiento, y cerca de 500 millones de seres humanos alrededor del mundo lo vieron por televisión.
Dos horas con 44 minutos después del conteo inicial, el Apollo ya navegaba por sí solo en el espacio y el lanzamiento pudo considerarse exitoso.
Aquel primer día terminó tarde, luego de 13 horas los astronautas fueron a dormir, con su habitación a más de 100.000 kilómetros de la Tierra.
“Estar allá por fin, en relativamente poco tiempo, me hizo ver la fuerza de esos motores que nos llevaron fuera del planeta. Todo había salido bien”, rememoró Collins.
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