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En ratones, los genes se activaron a dos días de que el animal había muerto. La otra especie estudiada fue el pez cebra. En su caso, los genes se expresaron a los cuatro días. | ARCHIVO (TOM GANNAM)
Investigadores estadounidenses y europeos identificaron que los perfiles de transcripción de 1.063 genes cambiaron significativamente entre 48 y 96 horas después de la muerte del animal al que pertenecían.
La transcripción es el primer paso en la expresión de los genes y ocurre cuando la enzima ARN polimerasa copia secuencias del ácido desoxirribonucleico (ADN) para convertirlo en ácido ribonucleico (ARN), el cual resulta clave en la síntesis proteínica de las células.
Eso quiere decir que algunos genes empiezan a expresarse o activarse después de que la mayoría de los sistemas vitales del organismo, como el respiratorio, dejan de funcionar.
"El hecho de que nuevas moléculas se sinteticen entre 48 y 96 horas postmortem sugiere suficiente energía y recursos para aún mantener procesos", se lee en el estudio que involucró a científicos de la Universidad de Washington y Universidad Estatal de Alabama (Estados Unidos), Instituto Max Planck (Alemania), Universidad Católica e Instituto Ruder Boškovic (Croacia).
Ellos enfocaron sus pesquisas en dos especies: los ratones comunes ( Mus musculus ) y los peces cebra ( Danio rerio ).
En los primeros, los genes se activaron dos días después de la muerte y, en cuanto a los peces, ese período fue de cuatro días.
Aplicaciones. La mayoría de esos genes están relacionados al estrés, a la inmunidad, a la inflamación, a la apoptosis (muerte celular programada), a la regulación epigenética y al desarrollo del cáncer, entre otros.
Los científicos creen que esos genes pudieron haberse expresado en cierta etapa de la vida y luego se silenciaron, volviéndose a activar postmortem.
Ese es el caso de los genes que ayudan en el desarrollo del embrión, los cuales no se necesitan tras el nacimiento.
Una posible explicación para su nuevo despertar es que las condiciones celulares en un cadáver son similares a las de los embriones, explicó el investigador Peter Noble a la revista Science.
Los científicos también hallaron genes asociados al cáncer que se volvían más activos tras la muerte del animal. Ese hallazgo, según Noble, explicaría por qué algunas personas que reciben trasplantes de órganos de donadores cadavéricos tienen un riesgo mayor a desarrollar cáncer.
Los resultados de este estudio serán útiles en el desarrollo de mecanismos para preservar mejor los órganos sujetos a trasplante. También en materia de biología molecular e incluso en ciencias forenses para determinar la hora exacta de muerte de la víctima de un homicidio, por ejemplo.
Vale aclarar que el estudio aún no ha sido revisado por pares y por tanto, todavía no se publica en una revista científica.
Sin embargo, los investigadores decidieron facilitar una versión preprint a través de bioRxiv para promover la discusión.