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La propagación acelerada de una especie de alga rastrera ( Caulerpa sertularioides ) amenaza los ecosistemas coralinos de bahía Culebra, en el golfo de Papagayo, en el Pacífico Norte del país.
Así lo reveló un estudio del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
El alga verde reemplaza la flora nativa asociada al coral, lo que ha modificado significativamente las cadenas alimentarias.
Por ende, la diversidad y abundancia de organismos cambió, ya que el alga propicia un ambiente monótono.
Asimismo, está creciendo sobre las colonias de pólipos (animales que conforman el coral), por lo que compiten por luz y espacio. Además, el golpe del alga hace que los pólipos se retraigan, lo que les dificulta alimentarse y crecer.
En playas como La Penca y Blanca se presentan parches que cubren de 2 a 4 hectáreas por sitio. La Penca es el lugar con mayor grosor arrecifal en el golfo; sin embargo, el 95% del coral está muerto y el 80% del fondo marino está cubierto por el alga.
Un caso similar se dio en Panamá en 1988 y 1989. En isla Uva, en el golfo de Chiriquí, dos especies de la misma familia causaron la muerte del 100% del coral nodoso ( Psammocora stellata ).
Las consecuencias de la invasión del alga son ambientales y económicas: tanto la pesca y el turismo se ven afectados.
Causas. La rápida propagación empezó a notarse entre el 2001 y el 2003 en sitios de alta visitación turística y donde anclan gran cantidad de botes.
“Muchos de los sitios donde la cobertura del alga es alta, son aledaños con zonas costeras de construcciones de hoteles, con poblados cercanos, puntos importantes de buceo y estructuras arrecifales complejas”, comentó la bióloga marina Cindy Fernández, autora del estudio.
En Culebra el alga está presente hasta los 17 metros de profundidad y prefiere los suelos rocosos.
El estudio determinó que la concentración de nutrimentos y las bajas temperaturas propician su crecimiento, cuyo registro máximo fue de 31 centímetros en un mes.
El fenómeno del afloramiento se da cuando los vientos desplazan el agua superficial de la bahía, por lo que los nutrimentos y el agua fría surgen del fondo.
Además, con las lluvias también se da arrastre de material orgánico por erosión, que contribuye al afloramiento.
“La calidad del agua en las zonas costeras ha cambiado por la deforestación, construcción de infraestructura y uso de fertilizantes para la agricultura y campos verdes. Por escorrentía, los suelos se lavan y se depositan nutrimentos y sedimentos en los ambientes marinos”, explicó Fernández.
“Cuando los nutrimentos aumentan, las comunidades arrecifales cambian, lo que propicia un ambiente menos habitable para los herbívoros y tiene efectos directos sobre el crecimiento de los corales al suprimir la calcificación y estimular el crecimiento de las algas”, agregó.
Para evitar más daños por la invasión del alga, Fernández recomienda realizar la extracción manual en los meses de junio y julio pues la cobertura disminuye.
También sugiere promover un reglamento de actividades responsables con los operadores turísticos y continuar con el monitoreo de nutrimentos.
En este sentido, señaló la científica, se debe realizar un trabajo interinstitucional para disminuir los daños en los ecosistemas coralinos de Culebra y evitar la propagación del alga a otras zonas de Costa Rica.