El rostro redondo de Tatiana se ilumina de golpe cuando el tren se para poco después de la frontera polaca: ante ella, Ucrania.
Tatiana regresa a su país tras cuatro meses de exilio. Como todos los pasajeros del tren que hace la ruta entre Chelm (Polonia) y Kiev, Tatiana y su madre Valentina tienen claro que ya era hora de volver, a pesar de la guerra y de la incertidumbre. Pase lo que pase.
Originarias de Krivói Rog, en el centro del país, estas dos mujeres huyeron de Ucrania al inicio de la invasión rusa, el 24 de febrero, en dirección a Esmirna (Turquía), donde viven unos amigos.
Tatiana, que trabajaba en Kiev como comercial en una empresa de marketing, pudo seguir con su empleo a distancia, desde Turquía.
"Pero cuatro meses, en un país en el que no conoces a nadie, donde no hablas el idioma, era demasiado", explica esta joven que no desea dar su apellido. "No sé lo que pasará, ni cuándo terminará la guerra, pero volvemos".
La mayoría de los viajeros de este tren nocturno son mujeres y menores, aunque también hay algunos hombres. Como un treintañero taciturno que pasa largos momentos contemplando por la ventana los verdes paisajes de Ucrania.
Maxime, va hasta el Donbás, la cuenca minera del este de Ucrania que los rusos buscan controlar a todo precio, mediante intensos bombardeos y a costa de numerosas vidas y destrucción.
"Tengo que ver a mucha gente ahí, si no han muerto", dije este hombre, que vuelve tras dos meses de exilio.
Poco importan las largas horas de espera tanto de un lado como de otro de la frontera con Polonia, en un viaje que durará más de 15 horas. Nadie muestra el menor signo de impaciencia.
Todos los viajeros comparten una historia común, sutil, discreta. Poco importan sus experiencias personales, sobre las que apenas quieren contar nada. Lo que les une son las ganas de volver.
Dos mujeres jóvenes, desconocidas hasta hoy, hablan en bajo en el pasillo hasta bien entrada la noche mientras desde uno de los compartimentos se escapa la música de una canción de Ed Sheeran.
La controladora del tren, una mujer rubia, firme pero agradable, toma nota de las bebidas que piden los pasajeros.
Por la mañana, cuando se empieza a dibujar Kiev en el horizonte, en el tren se sigue respirando un ambiente tranquilo, pero resplandecen las miradas. Se ha instalado una especie de solemnidad. El bondadoso jefe de vagón ha cambiado sus pantalones cortos y las chanclas por el uniforme y la camisa blanca.
Cuando el tren entra en la estación, Tatiana no abandona la sonrisa, y pide a sus compañeros de viaje que "se cuiden".
El jefe de vagón baja las maletas y ayuda a los pasajeros a descender del tren. En el andén, padres, esposos o hermanos esperan con ramos de flores en las manos.
La capital ucraniana ha recuperado un ritmo de vida "normal" después de que las tropas rusas se retiraran de la región en abril. Según las últimas cifras disponibles, casi dos tercios de los 3,5 millones de habitantes de Kiev volvieron ya a la ciudad
En el conjunto del país, de los 7,3 millones ucranianos que abandonaron el país desde el 24 de febrero, 2,3 ya han vuelto, según las cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), del 9 de junio.
Sin embargo, según la guardia fronteriza, por primera vez desde el 23 de junio el número de personas que deja el país a través de las fronteras occidentales es superior a los que vuelven (45.000 por 40.000), lo que supone un cambio respecto a la tendencia observada desde mediados de mayo.
cf/pop/thm/grp/eg