La coalición de izquierda-derecha que gobierna en Islandia proyecta mantener su mayoría tras las elecciones generales del sábado, aunque el Movimiento Izquierda-Verdes de la primera ministra Katrin Jakobsdottir perdería terreno ante sus socios de derecha.
El bloque de tres partidos alcanzaría 38 de los 63 escaños parlamentarios con un tercio de los votos contados, aunque queda por ver si los tres accederían a continuar gobernando juntos tras la votación en el pequeño país de 370.000 habitantes y 255.000 votantes.
Esa alianza le brindó a Islandia cuatro años de estabilidad después de una década de crisis.
"Yo sé que los resultados serán complicados, será complicado formar un nuevo gobierno", admitió la actual ocupante de Stjórnarrádid, la modesta sede de los jefes de gobierno en Islandia.
"Tendremos que ver cómo los partidos del gobierno van a salir al final y qué resultado vamos a tener. Según esos resultados preliminares, perdemos un poco de terreno y los progresistas aumentan", comentó la gobernante a la AFP a altas horas de la noche.
A falta de encuestas en boca de urna, solo se podrá conocer con certeza el panorama político cuando avance el conteo de votos el domingo.
Con 33 diputados de 63, la actual coalición gobernante es una alianza heterogénea formada por el Partido de la Independencia (conservador, 16 escaños) del veterano Bjarni Benediktsson, el Partido del Progreso (centroderecha, con ocho) y el movimiento Izquierda-Verdes de Jakobsdottir, que pasó de 11 a 9 escaños tras la salida de dos diputados.
El Partido del Progreso "está de regreso al primer plano de la escena política", sostuvo su líder, Sigurour Ingi Jóhannsson, ante sus simpatizantes.
La formación de una nueva alianza podría aumentar la temperatura en el país del fuego y el hielo, a imagen de la erupción volcánica que se extiende desde hace seis meses cerca de la capital Reikiavik.
Según los últimos sondeos, un récord de nueve partidos de los 10 en la contienda se repartirán los escaños del Althingi (Parlamento), lo que hace particularmente difícil anticipar la alianza gubernamental que saldrá.
Esta es la segunda vez desde la crisis financiera de 2008 que arruinó a los bancos islandeses, que un gobierno logra completar su mandato de cuatro años.
Entre 2007 y 2017, los islandeses tuvieron que ir a las urnas en cinco ocasiones para elegir a sus diputados en un contexto de desconfianza ante la clase política y de repetidos escándalos.
El Partido de la Independencia parece que será la formación más grande del parlamento.
"Yo no quiero más giro a la izquierda", declaró el líder de ese partido, Bjarni Benediktsson, un exprimer ministro y actual ministro de finanzas que ha sobrevivido a numerosos escándalos, incluido el de los Panama Papers de 2016.
Así, incluso si la coalición de gobierno mantiene la mayoría, no está claro que continúe al frente del gobierno, especialmente si se hace posible formar alianzas más coherentes políticamente.
El juego de las coaliciones es complicado por el número de partidos que deberán obtener escaños: la Alianza Socialdemócrata (izquierda), los Pirates (libertarios), Reforma (centroderecha) y el recién creado Partido Socialista.
"No hay alternativa clara a este gobierno", advirtió antes de la elección el politólogo Eiríkur Bergmann.
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