EscucharLos benineses están convocados el domingo a las urnas para elegir a su presidente en unos comicios bajo tensión, pues el centro y el norte del país están paralizados por manifestantes que denuncian la confiscación de la elección por el actual mandatario Patrice Talon.
La reelección de este antiguo magnate del petróleo llegado al poder en 2016 y que gobierna con mano de hierro no parece estar en juego. Sus adversarios son dos candidatos prácticamente desconocidos, los antiguos diputados Alassane Soumanou y Corentin Kohoué.
Los opositores benineses, que no fueron autorizados a concurrir, tildan a estos dos aspirantes de "candidaturas fantasma".
"Es la primera vez, desde el regreso del bipartidismo en 1990, que el país organiza una elección presidencial como ésta: pluralista en apariencia, pero sin elección en realidad", explica a la AFP Expédit Ologou, politólogo beninés.
Las grandes figuras de la oposición están exiliadas o inhabilitadas. La Comisión Electoral rechazó otras candidaturas porque carecen de suficiente número de patrocinadores (154 de los 159 diputados benineses pertenecen al movimiento presidencial).
Desde el lunes, una parte de los benineses del centro y del norte del país, feudo de la oposición, se levantaron para denunciar una "elección no inclusiva" y cortaron en varios puntos la ruta principal que une Cotonú, en el sur, a las ciudades del norte.
En las últimas semanas, las fuentes de tensión se multiplicaron.
Un candidato de la oposición suspendido fue atacado misteriosamente por bandidos armados, otro fue encarcelado, acusado de haber querido asesinar a personalidades políticas para desestabilizar los comicios. Asimismo, un juez huyó del país y denunció que fue objeto de presiones para inculpar a opositores.
El poder lo tilda de "manipulación política" y asegura que personas en el extranjero tratan de anular la elección e incluso abogan por un golpe de Estado.
El miércoles, varios manifestantes en el centro del país aseguraron a la AFP que pretenden mantener las barricadas hasta el lunes, al día siguiente de los comicios, para impedir que se celebre la elección.
"El 11 de abril nadie sabe lo que puede ocurrir. A estas alturas, no sabemos si la parte septentrional del país podrá incluso votar", advierte Olougou.
En el sur del país, en cambio, la campaña política se desarrolla con normalidad.
El presidente "agrada mucho a la juventud educada y a la élite del país", asegura a la AFP Mathias Hounkpe, de la Open Society initiative for West Africa (Osiwa).
Tras cinco años al frente del país, Patrice Talon puede jactarse de un buen balance económico: saneó las finanzas públicas, mejoró considerablemente el clima para los negocios y modernizó muchos servicios públicos.
Durante su presidencia, la producción de algodón (uno de los principales recursos del país) aumentó considerablemente, la pequeña corrupción prácticamente ha desaparecido y se construyeron muchas carreteras.
Pese al coronavirus, el país logró crecer en 2020.
El verdadero desafío de estos comicios para Talon es "no tanto ser reelecto en la primera vuelta, sino serlo con una fuerte participación", según Hounkpe, quien considera que "no es muy popular entre las clases populares y rurales".
En Benín, el 38% de la población vive bajo el umbral de pobreza y su situación no ha cambiado mucho.
Para los próximos cinco años, el presidente que inicialmente había dicho que solo quería hacer un mandato promete: "el desarrollo ya está aquí", según su eslogan de campaña.
"Tengo que trabajar para todo el país. El trabajo empezado se concluirá. No habrá ninguna región donde no haya electricidad, agua y conexión a internet", prometió el lunes en un mitin en el sur del país.
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