El mes de febrero que está por terminar ha sido una experiencia de inspiración personal.
Con mi esposa, el primer día del mes tomamos vuelos del Santamaría hasta Delhi en India, para luego seguir por Varanasi, Jodhpur y otras ciudades hasta llegar a Bengaluru en el sur.
Luego viajamos hasta Doha en Qatar y hoy escribo desde Abu Dhabi en los Emiratos Árabes Unidos.
A mis sesenta y con enorme ilusión –así como un cierto grado de ingenuidad– decidí estudiar una nueva maestría en negocios con un énfasis global.
En este módulo nos concentramos en el Medio Oriente y el norte de África. Lideradas por Georgetown University, Esade e Incae, las clases se realizan en diferentes lugares del mundo, mientras se viven culturas y experiencias que no cesan de exaltarnos el valor inagotable en el respeto a las diferencias.
Mientras tanto, en Costa Rica se culminó un proceso electoral con el desenlace más inesperado posible, salvo por las señales que recibíamos unos días antes de las votaciones.
Seguí de cerca y de lejos lo que sucedía en el país, observando la polarización, leyendo los comentarios de todo tono y tipo, siguiendo las noticias, los debates finales, sintiendo el estupor y la euforia mezcladas en medio de lo impensado.
Hoy, al iniciar el regreso, con las yemas de mis dedos sobre el teclado y mientras escucho a la distancia el llamado a la oración en este país musulmán, escribo para celebrar las diferencias, proponer conciliación ante los conflictos así como respeto, tolerancia y comprensión.
No pasa nada con tener puntos de vistas diferentes. Tampoco pasa mucho si no logramos estar de acuerdo. El consenso político nacional es una utopía y pretenderlo es una solemne necedad.
No voy a estar en línea con todo lo que propone Carlos en el PAC ni con Fabricio en Restauración. Es inútil intentar aceptación total y es mejor una pragmática negociación.
Sin conocer personalmente a ninguno de estos jóvenes en la recta final de la contienda electoral, los cuatro años que estamos por culminar me permiten visualizar mejor al PAC, sus aciertos y carencias, sus credenciales y antecedentes.
Me quedará tarea en los próximos días comprender lo que trae a la mesa el PRN y su hasta muy poco desconocido candidato, porque la decisión en la próxima votación debe ser educada.
En estos días he estado entre hinduistas, budistas y musulmanes, he olido crematorios a cielo abierto y presenciado ceremonias asombrosas.
Estuve en clases y visité compañías tanto indias y cataríes como globales, saludé a un elefante por media calle y he confirmado grandes amistades de piel, origen e inclinación diversa.
Hoy regreso animado, movido y revitalizado por la maravilla del ser humano en absolutamente todas sus expresiones y sin excepción alguna. Por esto, desde este rincón en La Nación, le invito a que juntos crucemos este nuevo viaje en la campaña que sigue, ahora en alas de la razón y con destino en una Costa Rica mejor.
Regresaré al blog en un par de días, con la invitación a que juntos descifremos la vía costarricense de respeto que tanto necesitamos.