El trato entre los representantes de Jorge Vergara y la anterior administración del Saprissa se pudo cerrar en la madrugada del jueves 28 de febrero del 2003.
Al día siguiente, los mexicanos giraron un cheque por $309.992,60 que servirían para pagar deudas y cumplir obligaciones urgentes.
Sin embargo, según se lee en Saprissa siempre grande, de los expresidentes Enrique Weisleder y Bernardo Méndez, días más tarde los compradores declinaron firmar la prolija carta de intenciones preparada por el entonces gerente de la S, Martín Robles.
La cortés respuesta no decía nada acerca de la venta o del valor de las acciones, aunque sí mencionaban que atenderían la “problemática de los pasivos”.
Previamente con las puertas de la confianza abiertas, lograron un agregado en el que Saprissa vendía 6.217 acciones por $994.720 y 7.400 acciones por $1.184.000.
El pago se hizo con dos letras de cambio, las cuales estaban fechadas para hacerse efectivas el 9 de noviembre del 2003; o sea, varios meses después de que Vergara asumiera la presidencia.
Fernando Villalobos, a la sazón de presidente interino, se quejó, en actas, de que también se le entregó un cheque sin firma por $1.000.000.
“(...) Para todos los efectos entregamos las acciones por cheques sin valor (...) y dimos las acciones a crédito”, agregó entonces.