Para esta tarde, el asunto de fondo sometido al politburó del Partido Autonomista Manudo (PAM) es la advertencia que debe hacérsele a Biligrán Ramírez, el entusiasta predicador que funge como capellán del Partido, de que más le vale olvidarse de sus ambiciones diputadiles. Irías Alfaro, conocido como “Botecito”, es el encargado de explicarle a Ramírez que, tras el intento de hold up escenificado por los diputados protestantes y las fracciones liberacionista, libertaria y socialcristiana de la Asamblea Legislativa, es probable que el electorado comience a sospechar que un diputado, cuanto más pandereta es, más tragón resulta, “de manera que”, resume, “a partir de ahora lo más conveniente será postular solo candidatos y candidatas de probada trayectoria laica”.
No se hace esperar la protesta del profeta alajuelense, quien, por ser admirador de la aristocracia inglesa, aspira a que nuestro parlamento sea el espejo tropical de la Cámara de los Lores y no vacila en afirmar que la decisión de asignarles “a los lores y a las loras de nuestra tierra” emolumentos superiores a los de parlamentarios y jefes de gobierno europeos, habría significado el cumplimiento, por parte de la Presidenta Chinchilla, de su promesa de hacer de Costa Rica el primer país desarrollado de América Latina. “Un país en el que los diputados recibieran mejor sueldo que el del Primer Ministro de Noruega, por fuerza tendría que ser un país desarrollado”, enfatiza el capellán y declara no entender por qué, anunciando el veto del festín legislativo, doña Laura desaprovechó semejante oportunidad.
“Un momento”, grita alguien desde la galería, “aunque no la cumplió, esa promesa es de Óscar Arias”, a lo que viene “Botecito” y aclara: “Es cierto, pero estos oídos, que en Milán escucharon a María Callas cantando La Traviata, también oyeron cuando doña Laura prometía lo mismo en un debate de campaña, así que el argumento de Biligrán tiene que ser escuchado pese a que suena más falso que un billete de monópoli”.
Sintiéndose perdido, Biligrán amenaza con poner sus dotes de predicador al servicio del gobierno, pero ante la observación de que en ese lado ya están vendidas todas las entradas, intenta prenderle fuego al local mientras vocifera: “Ustedes bien saben que, por todo lo que he hecho por este país, yo debería estar ganando más que el Presidente de Priednestrovia, aquella república que, aun cuando no forma parte de la ONU ni de la FIFA, y su régimen sigue siendo estalinista, es más real que el tal Reino Unido de los Países Vagos donde la Cancillería mandó a parquearse a un diplomático sin chamba”.