Hay movilidad en las filas del PUSC, tanto calderonista como extracalderonista, caudillista como no caudillista. Esto está bien. Lo peor es el aletargamiento, señal de muerte, o los cacicazgos. Lo mejor es la transparencia, como sinónimo de armonía entre la política y la ética, la verdad y la realidad.
Angustia sobremanera a la gente, al pueblo, a quienes siguen la cosa política con lealtad y objetividad el estallido de cosas feas, de actos de corrupción, de abusos, de mentirillas, que, por muchos años, estuvieron ocultas e impunes, como al acecho de tiempos oportunos. Bienvenida sea esta explosión que, de atacarse con furia democrática, puede depararnos mejores días. Y bienvenidos sean todos aquellos “indignados” genuinos, como Roberto Mora, el bloguero nacional, llamado “el cobrador de la CCSS”, que tantas luchas ha emprendido, con arrojo y sin demagogia, contra la impunidad.
Ojalá funcionen algunos blogueros de buena ley en las filas de los partidos políticos, que descubran y entreguen los trapos sucios. Así no habrían escalado los peldaños de la política –o de la amistad y cercanía de ciertos políticos– algunos bichos y personajes que, denunciados a tiempo, habrían depositado su suciedad y desverguenza en otros lugares menos visibles.
Pues bien, es cierto. Hay corruptelas y escondrijos, pero la gente está hablando y denunciando. Y, lo mejor de lo mejor, no hay miedo de hablar. En esta materia hemos progresado, pues, como lo he comentado hasta la saciedad, lo peor no es la corrupción, sino la impunidad, el silencio, el miedo y todos los que creen gozar de un fuero especial.
Pero, volvamos a la lucha interna en el PUSC y concretamente a los nombres y posiciones de quienes están levantando la bandera del cambio. Sus nombres han aparecido, en buena hora, en la prensa nacional, lo cual nos da pie para preguntar, con la mejor de las intenciones, si por ahí no hay gato encerra- do o, a lo mejor, un tigre, y si por ahí no hay expedientes, pecadillos o pecadotes que los delaten. No se trata de persecución y, en modo alguno, de mala fe, sino, lisa y llanamente, de poner las cosas en claro, pues, si hablamos de Convergencia, todos deben converger hacia los mismos principios y valores, y si de Renacer Socialcristiano, solo se puede renacer en la verdad y la limpieza.
Ni ángeles ni santos, pero tampoco farsantes o mercaderes de la moralidad o de la legalidad. Decencia y transparencia, las palabras sacramentales, y, con más razón, reconocimiento leal de las propias faltas, que los maestros del espíritu llaman humildad (de humus , tierra) y rectificación para volver al camino recto.