Coincidencia

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“Bueno, ya pasó una milésima parte”, fue un comentario, a mi juicio despiadado, que alguien hizo a propósito del XXIV aniversario del accidente nuclear de Chernobyl. Se refería a que, según informaciones periodísticas, la región donde aconteció la catástrofe permanecerá vedada a la ocupación humana durante 24.000 años. Había olvidado yo, en aquel momento, que poco después de la misma tragedia –que sigue ocurriendo insidiosamente– ericé los cabellos de varios amigos al contarles que en algunas lenguas eslavas la palabra chernobyl designa a la planta que en español se denomina ajenjo, y que en Apocalipsis 8,10 se predice que en el fin del mundo caerá sobre la tierra un estrella de nombre Ajenjo. No lo dije en serio, pues lo tomaba como una banal coincidencia; sin embargo, antes debí haber pensado que algunas de aquellas personas podrían ser tan impresionables como para sentirse incómodas y preocupadas.








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