¿Quién diseñó “¿Quién diseñó esto?”?
En 2021 nació la cuenta @quien.diseno.esto en la red social Instagram. Desde su primera publicación —una imagen que mostraba la pantalla de una computadora portátil con múltiples fotografías de objetos arquitectónicos y algunos de sus respectivos metadatos—, acompañada por un breve texto, el perfil dejó en claro sus intenciones e inquietudes:
“Primer post por aquí! Estoy trabajando en el ‘archivo’ de fotos para empezar el proceso de selección de imágenes para el fanzine, todavía no tiene forma, ni nombre, ni nada, por ahora solo son un poco de fotos de mi entorno construido inmediato y unas ideas, vamos a ver si sale algo”.

Así, impulsado por el interés de explorar un determinado contexto a través de su registro fotográfico —y de cuestionar la propia manera de acercarse a las formas de producir dicho archivo—, el arquitecto y fotógrafo Roberto D’Ambrosio Suárez (Costa Rica, 1985) inició la formulación de una plataforma con un doble propósito. Por un lado, construir un acervo virtual y público de fotografías de arquitectura en un entorno edificado específico y, por otro, reflexionar sobre la historia de los objetos retratados y los medios utilizados para documentarlos.
Inicios no oficiales del proyecto: Curridabat
Aunque @quien.diseno.esto se hizo público hasta el 2021, su conceptualización se remonta a una serie de eventos que ocurrieron alrededor del 2018. Roberto ya mostraba un interés marcado por la ciudad y su documentación, pero su acercamiento era distinto. Caminar y pasear por las ciudades han sido estrategias frecuentes para conocerla; sin embargo, la manera en la que ha creado sus registros sobre lo que le interesa de estas es lo que ha variado.
Durante un tiempo, una pequeña cámara analógica fue el dispositivo principal que utilizó para documentar sus procesos de exploración urbana. No obstante, debido al costo que implicaba el revelado de los rollos, dejó de ser una opción viable.

Por algún tiempo, D’Ambrosio experimentó con su cámara fotográfica digital —la cual también utilizaba para su práctica como fotógrafo de arquitectura— y, aunque esto le permitió despreocuparse por el costo del revelado de los rollos y de la cantidad de fotografías que tenía disponible, el hecho de llevar constantemente este equipo para recorrer la ciudad lo asociaba con su trabajo habitual, de modo que tampoco fue adecuado.
En 2018, cuando Roberto se mudó a Curridabat, su manera de registrar el entorno construido cambió. Se transformó tanto su manera de desplazarse por la ciudad —ahora podía hacerlo a pie o en transporte público—, como su modo de documentarla, ya que adoptó su celular como su herramienta de registro.
En Curridabat, con su celular para documentar su entorno y recorriendo distintos barrios —primero cercanos y luego cada vez más lejanos—, Roberto comenzó a explorar y reconocer su nuevo contexto inmediato. Su interés por los objetos arquitectónicos y su medio urbano creció, y con ello, amplió su rango de desplazamiento.
Al inicio, dirigía su atención a edificaciones que, presuntamente, respondían a un diseño académico estructurado. Con el tiempo comenzó a notar otra arquitectura: aquella que, en apariencia, no seguía estándares consolidados y revelaba tanto exploraciones formales como operaciones arquitectónicas heterogéneas. En lugar de contrastarlas, comprendió que ambas coexisten en los espacios urbanos y que registrarlas le permitía entender el entorno construido de otra manera, incluso más compleja.

El archivo de fotografías que acumulaba en su celular comenzó a ofrecerle una forma distinta de leer la ciudad y de comprender sus intereses. Por medio de la geolocalización de las imágenes, podía visualizar sus desplazamientos y notar cómo su radio de acción se expandía.
Sus registros iniciales se concentraban en los alrededores de su vivienda, pero con el tiempo fueron extendiéndose hasta abarcar otras áreas de San José. Este conjunto de imágenes también le permitió identificar patrones en los elementos arquitectónicos que capturaba, lo cual, eventualmente, lo llevó a indagar en sus conexiones con la historia de la arquitectura reciente en Costa Rica.
De este modo, su archivo fotográfico se convirtió no solo en una colección de imágenes, sino en una cartografía personal de sus exploraciones urbanas, en un conjunto de indagaciones, observaciones y reflexiones sobre temas transversales que han sido claves para Roberto, relacionados con las identidades arquitectónicas locales y su oscilación entre lo que denomina como lo formal y lo informal.

Este proceso, catalizado tanto por la inmediatez de la fotografía tomada con el celular, así como por una creciente curiosidad por los espacios urbanos y sus objetos arquitectónicos, sentó las bases de @quien.diseno.esto.
“¿Alguien sabe quién diseñó esto?” —preguntó Roberto
Con su celular como principal medio para registrar sus recorridos por las ciudades en las que transitaba, Roberto comenzó a enfocarse en dos tipos de objetos arquitectónicos. El primero es aquel definido como “académicamente aceptado”, que parece haber sido diseñado por una persona arquitecta y que, de alguna manera, se enmarca dentro de una suerte de historia oficial de la arquitectura en Costa Rica: lo formal.
El segundo es esa “otra” arquitectura, que destaca justamente por no responder a un estándar hegemónico o a un conjunto de normas consolidadas: lo informal. Ambos coexisten en el medio urbano que frecuentamos, lo afectan, lo modifican y forman parte de eso que Roberto examina como arquitectura local.
Antes de @quien.diseno.esto, Roberto publicaba fotografías de sus recorridos urbanos en su perfil personal de Instagram y, por ese mismo medio, planteaba preguntas como: “¿Alguien conoce este proyecto? ¿Alguien sabe algo de este lugar? ¿Alguien tiene información sobre el diseño y/o la construcción de este edificio?“.
Pronto notó que estas interrogantes generaban interés y que algunas personas —arquitectas, profesoras, estudiantes y otras profesionales— respondían. Advirtió que quienes tenían algún grado de conocimiento en arquitectura tendían a contestar de cierta manera, mientras que aquellas personas menos familiarizadas con la disciplina ofrecían respuestas completamente distintas.

A partir de sus publicaciones, comenzaron a surgir pequeños diálogos entre quienes estaban interesadas tanto en contestar como en leer las respuestas. Así, Roberto observó que había edificaciones más reconocidas que otras, especialmente aquellas asociadas con arquitectas y arquitectos de trayectorias consolidadas y con cierto capital simbólico.
También identificó que la mayoría de las respuestas se dividían en dos tipos: unas contenían datos sobre los edificios (autoría, fecha, características de diseño o constructivas...), mientras que otras relataban experiencias personales vinculadas a los espacios arquitectónicos (“personas que pasaban por ahí diariamente y nunca lo habían notado”, “que conocían a alguien que había vivido allí”, “que antes lo frecuentaban y ahora era diferente”).
Así, D’Ambrosio comprendió que existía un interés genuino por compartir conocimientos y experiencias y que la plataforma permitía el intercambio. Creó @quien.diseno.esto para formalizar esta dinámica. Su archivo, que hasta entonces había sido una colección personal de imágenes y observaciones urbanas, adquirió una nueva dimensión al trasladarse a Instagram. Ya no era solo suyo, sino que otras personas encontraron en él un sitio para apropiarse de las imágenes, generar nuevas narrativas y colectivizarlo. Se convirtió en un espacio para la memoria, para socializarla y, sobre todo, para recordarla, registrarla y vincularla con los objetos arquitectónicos que Roberto documentaba en sus recorridos por las ciudades.

Esta es la práctica profesional de Roberto. La concibe como una manera de conocer y familiarizarse con el entorno construido que lo rodea; por ende, fotografiar aquellos objetos arquitectónicos no registrados se estableció como una de las maneras en las que ejerce como arquitecto.
Así, caminar se convirtió en una práctica clave dentro de su quehacer y en un acto de resistencia frente al olvido, particularmente de aquello que ha permanecido invisible, ignorado o no nombrado en nuestras ciudades, a pesar de formar parte de su historia (de sus historias aún no contadas).
En esencia, @quien.diseno.esto nos lanza una invitación final, con cierta carga de obligatoriedad: caminar para (re)conocer nuestras ciudades, fotografiar sus componentes para registrar características de un momento y un lugar determinados, y dialogar como un medio para no olvidar y, por consiguiente, compartir las dimensiones tanto técnicas como personales que las han constituido.
De alguna forma, la práctica de Roberto busca, indirectamente, esbozar una suerte de historia local no oficial de la arquitectura reciente en Costa Rica, e involucrarnos activamente en la manera en que esta se narra y se construye.
Por lo tanto, recorramos nuestras ciudades y, al igual que Roberto, sigamos preguntándonos y conversando sobre: “¿Quién diseñó esto?”.
