A todo gas. De nuevo llegan las aventuras en coches, rápidas, furiosas y repetitivas, pero con otro elenco y en otro país. Es la tercera película de la serie y se titula Rápido y furioso: Reto Tokio (2006), ahora con la dirección de Justin Lin, quien sustituye en ese oficio a Rob Cohen.
Derrapar. Ahora, esta película transcurre su acción, ahora, entre la mafia, autos en altas velocidades, amores confundidos, el arte de derrapar en carretera y el vicio del "drift", con sentido adictivo.
Personaje. El personaje principal se llama Sean Boswell (encarnado por el actor Lucas Black), para quien las carreras callejeras suponen una vía de escape, para salirse de un entorno con una familia disfuncional (como las llaman ahora los psicólogos).
Impopular. Sean se ha vuelto muy impopular, sobre todo para la policía y, para no terminar en la cárcel, su madre lo envía con su padre, quien vive en Japón y con quien tiene apenas alguna relación y demasiados resentimientos. Aunque ustedes no lo crean, de pronto Sean está ahí, peleando con su padre, en un colegio en Tokio donde se dan lecciones en japonés que él entiende, enamorado de una japonesa con pinta de puertorriqueña y el filme suena a motores ruidosos, nada más.