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Cocinar y comer deberían ser experiencias sublimes, pero si los comensales están prestos a criticar cada detalle del platillo, y si algunos de esos convidados son competencia directa, entonces la mejor palabra para describir la situación sería “adrenalina”.
Mi cocina, mis reglas traerá a la pantalla chica una entretenida batalla de comida casera y exótica, en la que el equipo ganador será el que sepa lidiar mejor con la presión para hacer que sus invitados terminen por chuparse los dedos.
“Cocinar para impresionar a los invitados cobra un nuevo significado cuando ellos en realidad desean que todo vaya mal para el anfitrión”, explica el canal Discovery Home & Health en su sitio web.
Cada noche, una de las 12 parejas participantes debe convertir su casa en un restaurante y preparar un menú de tres platillos, los cuales no solo serán juzgados por los jueces, sino también por los demás contendientes. Quienes obtengan las calificaciones más bajas, tendrán que despedirse del programa y de la posibilidad de ganar un jugoso premio en efectivo.
En esta temporada, los 24 concursantes serán sometidos a nuevos retos, como una degustación a ciegas y la llegada de comensales secretos.
“Lo inesperado hará crecer el nerviosismo y cuando las cosas no salgan como se planearon, los participantes no tendrán otra alternativa más que improvisar. Habrá risas, llanto y hasta fuego en la cocina”, agrega Home & Health.
Para mantenerse a salvo en el programa, las parejas de chefs deberán recurrir a alianzas estratégicas y complots entre ellos mismos. Al final, aunque el spotlight esté sobre la comida, la personalidad de los cocineros añadirá ese ingrediente extra que que no viene entre las páginas de ningún libro de recetas.
“Creo que están poniendo algo en esta serie, algún tipo de crack que encuentra la manera de salir por la pantalla y entrar en el cuerpo y, antes de que podás notarlo, estás enganchado con ella. No tiene ningún valor nutricional. Podría dañar tu cerebro. Te quita tiempo para leer libros provechosos. Es peligrosamente adictiva. Yo, incluso podría ver más. No quiero hacerlo, pero sé que lo haré. Una vez que has visto un episodio, pensás: ‘Bueno, ¿qué importa una cucharada más de azúcar cuando ya consumiste siete?’”, asegura Michele Hewitson, critica del The New Zealand Herald .
