
Hay cosas para las que nunca se está preparado. También episodios, también películas... En general, momentos climáticos de cualquier historia (tanto de ficción como de la vida cotidiana).
Tan solo en este siglo es fácil recordar enfrentamientos de ficción que nos han enternecido y conmocionado hasta la raíz. Fácilmente, muchas generaciones tienen en sus referencias inmediatas la épica resolución de El Señor de los Anillos, así como el enfrentamiento final de los piratas del Caribe, la batalla de Hogwarts e incluso, más recientemente, la escena final de Avengers: Endgame.
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Justo en la misma semana de ese gran desenlace correspondía vivir (y sufrir) la batalla de Invernalia, episodio cardinal de Game of Thrones. Desde horas antes, en redes se bromeaba con memes de candelas para rezar por los personajes de la serie.
Han pasado ocho temporadas en las que hemos conocido, domingo a domingo (en una tradición difícil de replicar en el futuro) a personajes entrañables y detestables. Venía la hora de que se enfrentaran muchos de ellos y posiblemente las muertes serían cuantiosas.
La guerra contra el Rey de la Noche iba a ocurrir y así fue. El capítulo comenzó con marcada solemnidad, con un plano secuencia que nos llevó desde Sam, Tyrion y Bran hasta los soldados expectantes de la gran batalla.

Estos primeros minutos, sin música, rompieron su quietud tras el fuego que se hizo presente en la escena: los soldados levantaron sus antorchas dispuestos a combatir al casi invencible Rey de la Noche, quien preparó su propia estratagema.
El fuego fue esencial para el comienzo de la pelea. Los enemigos rápidamente acabaron con los primeros frentes y la necesidad de replantear la estrategia fue evidente.
La retirada se gritó en voz alta, pero no fue tan sencillo. La idea era regresar a las puertas, pero la invasión fue tan grande que cobró vidas, entre ellas la de Edd quien murió tras salvar la vida del inocente Sam.
Poco a poco se dificultó aún más la retirada y, tras intentos sin éxito de hacer una ronda de fuego para quemar todo lo que quedase fuera de las puertas, apareció Melisandre para echarse el equipo al hombro y evitar que algún viejo conocido terminara como Juan Santamaría tras intentar prender la trinchera.
Aún así, la estrategia de la ronda no dio muchos frutos. Los enemigos rápidamente se sacrificaron e hicieron un muro de muertos para atenuar el fuego. Invernalia cada vez se veía más amenazada, y el Rey de la Noche apareció sobre lo alto con su dragón helado.
Como se veía venir, el castillo fue penetrado y, por más resistencia posible, los caminantes lograron entrar hasta los pasillos. En medio de esas peleas, Clegane se mostró pesimista y, al poco tiempo, vio cómo Lyanna murió con toda la dignidad al enfrentarse a un gigante.
Más adelante, en otro sacrificio, Beric Dondarrion dio todo de sí para salvar a Arya, quien pasó cinco minutos huyendo incesantemente hasta que la ayuda apareció.
Lo que vimos en pantalla después de estas viñetas fue un monólogo de los malignos caminantes. Penetraron todos los pasillos que quisieron, mataron a quien se les puso al frente y la gran pregunta surgía: ¿cómo saldrán nuestros amigos de esta?
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Tras peleas infructuosas, y dragones heridos, Jon Snow fue a combatir mano a mano al Rey de la Noche. El maligno caminaba, como una alegoría de lo que fue la pelea, y tan solo se volteó para resucitar a su ejército. Sin dudas no había manera de hacerle frente a lo que se venía.
Una melodía pianística apareció para indicarnos que la guerra estaba sentenciada. Theon, tras defender a Bran por sobre todas las cosas, se topó al maligno rey de frente. Bran le agradeció su esfuerzo y Theon fue por su destino: murió a manos del Rey de la Noche.
Justo cuando se acercó para acabar con la vida de Bran, ocurrió lo inesperado. Un salto de Arya tomó sin precauciones al Rey de la Noche y, aunque logró frenarla, ella con mucha habilidad se pasó el puñal de una mano a otra para enterrárselo y hacerlo granizado.
El ejército se desvaneció (salvando la vida de otros personajes cuya muerte se veía venir como la propia Daenerys que fue defendida por Jorah hasta su muerte) y la victoria llegó, con sabor agridulce.
Melisandre, también, se hizo polvo en medio del gran paisaje a las afueras de Invernalia, ya que la gran guerra acabó, al igual que su vida.
Ahora, el juego por el trono continúa contra Cersei y sus cómplices, con un ejército damnificado por las bajas, pero con la esperanza de que el esfuerzo haya valido la pena. La historia de la serie (y de la televisión) ha sido escrita.
