Érase una vez, hace exactamente 15 años, un profesor que deseaba crear a la niñita perfecta. Por accidente, mezcló la Sustancia X en la fórmula y, en lugar de la chica que anhelaba, nacieron Bombón, Burbuja y Bellota, tres peculiares niñas que superaron la idea misma de lo que debía ser la perfección.
El cuento se repite para el animador estadounidense Craig McCracken, quien, sin planearlo, combinó en su serie los ingredientes necesarios para convertir Las chicas superpoderosas en una verdadera oda de la cultura pop al feminismo.
De primera entrada, aquello de “azúcar, flores y muchos colores” podría parecer una receta repulsiva para quienes luchan por la reivindicación de la mujer. Empero, la unión de dulzura y altas dosis de rudeza fue la fórmula del éxito de esta serie, que colocó en la cima al canal Cartoon Network entre 1998 y el 2005.
“ Las chicas superpoderosas refuerza la idea de que las mujeres, tal como los hombres, son capaces de mostrar fuerza y personalidades asertivas, y de que pueden ser todo lo que deseen”, asegura Donna Potts, profesora de la Universidad de Kansas, en un artículo sobre las imágenes positivas que transmite este programa.
Con esta premisa coincide Evie Kendall, investigadora de la Universidad de Monash, quien no teme afirmar que “Bombón, Burbuja y Bellota se ganaron el derecho a ser llamadas íconos del feminismo”.
Mientras las franquicias de superhéroes eran dominadas por musculosos y varoniles personajes, la serie de McCracken se distinguió por presentar a unas invencibles niñitas de preescolar que hacían temblar hasta al más atroz villano en la ciudad de Saltadilla.
“Desde su creación, en 1998, Las chicas superpoderosas halló controversia. Para algunos espectadores, la visión de niñas pequeñas golpeando a los malos es meramente violencia gratuita y perjudicial para la niñez; para otros, representa el entendido por medio del cual los niños, especialmente las mujeres, están empoderadas”, agrega Potts.
Las tres combativas hermanas nacieron en la mente de McCraken cuando era apenas un veinteañero, sin que las agendas feministas del momento permearan sus ideas.
Corría el año 1992 cuando los rostros de las pequeñas bravuconas tomaron forma por primera vez en un corto animado que se tituló Whoopass Stew! Luego, en 1995 y 1996, aparecieron en los pilotos de Cartoon Network. No obstante, su debut oficial se registró el 18 de noviembre de 1998, cuando consiguieron un espacio fijo en la programación de ese canal.
“Solo pensé que sería bueno ver a estas tiernas niñas ser realmente tenaces y duras”, aseguró el creador de la serie al diario New Times Los Angeles, en el año 2002.
Tal como la tenacidad de Bombón, Burbuja y Bellota sorprendió al profesor Utonio, McCracken jamás esperó ganarse la fascinación de las seguidoras de la denominada tercera ola del feminismo, esa que defiende los ideales de la igualdad, pues la vanidad y la fuerza pueden ir de la mano, aunque la sociedad estipule lo contrario.
“A pesar de que la caricatura era enfocada en ciertos temas tradicionales de género, como los colores y ese tipo de cosas que poco a poco los movimientos feministas han tratado de reivindicar, sí fortalecía el discurso de que las mujeres tienen un poder en sí mismas”, comenta la politóloga nacional María José Cascante, quien colabora con organizaciones feministas desde sus años de universidad.
Otro de los factores de éxito de la serie, que estuvo al aire en Cartoon Network hasta el 2005, es que por primera vez las superheroínas no tenían que mostrar un sex appeal para captar la atención. En eso se diferencian las intrépidas chicas de predecesoras como la Mujer Maravilla, Buffy la Cazavampiros o Xena, la princesa guerrera. Después de todo, es lo que se esperaría de niñitas de cinco años de edad.
“Ellas se ven, por fortuna, totalmente distintas a las ídolos pop Britney Spears y Mandy Moore. Ellas no hablan sobre brillos labiales y gimnasios, y no es probable que se prueben pantalones vaqueros de cintura baja. En lugar de eso, las Chicas Superpoderosas disfrutan las piruetas en el aire, salvar la ciudad y luego destruirla de nuevo”, apunta Virginia Heffernan, del New York Times .
Lo curioso es que, pese a la tierna trama pintada en colores pastel, la eterna enemistad con Mojo Jojo –el mayor de los enemigos de las tres nenas– consiguió cautivar no solo a niñas y adolescentes, sino también al público masculino.
El capítulo transmitido en Estados Unidos el 8 de setiembre del 2000 impuso un récord de rating , al mantener en sintonía a 2,2 millones de hogares simultáneamente, con lo cual consiguió posicionarse como la serie animada más vista en la historia de Cartoon Network.
Cerca de la mitad de la audiencia estaba compuesta por hombres, lo cual descartó el supuesto de que la población masculina no estaba anuente a seguir aquellos shows en los cuales las mujeres acaparan los personajes principales.
“Estamos muy emocionados por la respuesta masculina hacia el programa. Ellos ven la serie y nos dicen ‘¡Esas chicas patean traseros!’”, aseguró, en el 2001, Brian Weinstock, apoderado de la licencia de juguetes de la marca.
También resultó insólito que la mayoría del público de esta caricatura estaba compuesto por adultos, con un 24,5% en términos de audiencia, según datos de una conferencia presentada en la Universidad de Florida.
El éxito de la serie se vio reflejado asimismo en dos Emmy y dos premios Annie, los equivalentes a los Emmy para la industria de la animación.
Por suerte, imperfectas. Al convertir en heroínas a tres niñas que aún mojaban la cama, que necesitaban meterse bajo las cobijas para sentir seguridad y que además podían parecer mandonas, de mal carácter o impulsivas, el show colocó en telas de debate la insistencia de los padres de criar a las niñas con estándares de perfección.
“No existe la niña perfecta”, destaca la analista Kendal.
En esto concuerda Cascante: “ofrecer una variedad de personalidades a las niñas es importante también, no que todas tengan un molde específico donde tienen que calzar, sino que se pueden identificar con diferentes modelos por seguir y, de esa forma. sentirse más libres”. Por esta razón, afirma que preferiría criar a su hija con Las chicas superpoderosas que con las princesas del emporio de Disney.