Hector Guzmán, periodista costarricense, habla con suma naturalidad de sus planes. Ya tiene vistos el chaleco y casco antibalas que va a comprar para cuando le permitan viajar a Kiev y desplazarse por las zonas de mayor tensión en Ucrania. El comunicador, quien tiene 62 años, viajó como corresponsal de guerra a ese país y está informando desde allá para Univisión, Multimedios y hasta hará trabajos especiales para CNN. Se le escucha tranquilo, pero reconoce su miedo.
Ahora mismo está en la ciudad de Lviv, a unos 500 kilómetros de Kiev. En entrevista con Viva el lunes 14 de marzo, cuando él estaba muy cerca de irse a dormir (eran las 2 a. m. de Ucrania), habló con detalle de esta singular experiencia. El tico contó que está a la espera de una autorización para irse a cubrir en los territorios más difíciles (como Odesa y Mariúpol) y que la acreditación especial podría llegar este miércoles 16, cuando se cumple una semana de su arribo (el día 9).

Guzmán dice estar bien, pese a permanecer en una zona a 35 kilómetros de donde recientemente hubo bombardeos y fallecieron 35 personas, en su mayoría soldados. Pero estas situaciones de tensión no son nuevas para el periodista, pues en el pasado cubrió otros conflictos bélicos como la invasión a Pakistán (él estuvo en Islamabad), en 2001, luego del ataque terrorista a las Torres Gemelas, en Estados Unidos.
“Siento miedo”
El periodista, quien suma 35 años de carrera, sintió que en tiempos de guerra él debía transmitir desde el lugar de los hechos. Se fue a Ucrania aunque esa elección llenara de temores a sus cuatro hijos (con edades entre los 15 y los 38 años) e incluso, a él mismo.
“Soy osado, pero eso no quita que sienta miedo”, dijo. Ya experimentó ese sentimiento estando en suelo ucraniano, cuando escuchó una insistente sirena y seguidamente una voz de advertencia.
Desde edificios altos e iglesias suenas altavoces que advierten “un peligro inminente de bombardeo”. La indicación es que las personas tomen sus salveques de emergencia, los cuales deben tener listos en caso de que sea necesario huir de donde están. Además, la voz pide que se lleven a niños y adultos mayores a los refugios subterráneos.

Guzmán, quien ha compartido videos de lo que ha estado viviendo en su página de Facebook, aparece notoriamente alterado en las grabaciones.
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“Ayer (domingo 13 de marzo) sonaron las alarmas y tuvimos que salir obligados al refugio (subterráneo). Yo grabé cuando estoy en uno de los túneles casi llorando. Si bombardean afuera no se sabe cuánto tiempo hay que quedarse en estos huecos. Algunos periodistas se quedaron ahí. Me quedé con un periodista alemán y con otros de una cadena francesa.
“El ejército, no sé cómo lo hacen, pero captan una señal que detecta cuando (los rusos) disparan misiles. De inmediato suenan las alarmas para que las personas vayan a los refugios. Cuando se está adentro de los túneles subterráneos se ve que están adaptados con estañones de agua, hay cables pero no luz, la gente enciende candelas. La gente reza; eso da nervios.
“Ahí se dura como media hora y hay que esperar el aviso a través de los parlantes que indica cuándo se puede salir”, detalló. Afortunadamente, esa vez no hubo bombardeos.
Eso sí, Guzmán resalta el ataque que hubo a 30 kilómetros de donde él se encuentra. Esa vez impactaron nueve misiles, resultando 35 personas fallecidas y 150 personas heridas.
Recientemente las alarmas volvieron a sonar, pero esta vez Héctor Guzmán decidió no ir a los refugios, no por imprudencia, sino porque se encuentran a cinco cuadras de donde él está y le preocupa no alcanzar a llegar. En ese caso, le parece que permanecer en la calle podría ser más peligroso.

Por ahora, desde donde informa, dice no haber presenciado situaciones duras. Lo más complicado ha sido tener que ir a los túneles, asistir a un funeral y también enterarse de la muerte del periodista estadounidense Brent Renaud, el segundo reportero en fallecer durante esta guerra.
Durante estos días, Guzmán ha estado informando sobre la situación que viven los ucranianos. Con esa población ha coincidido en refugios o se ha topado con ellos cuando van huyendo por sus vidas y son recibidos con alimentos en la estación de Varsovia, en Polonia.
Tras los bombardeos de esta mañana a solo 25 kms de aquí las sirenas que anuncian nuevos ataques han vuelto a sonar, por eso corrimos a este refugio
Posted by Hector Guzman on Sunday, March 13, 2022
Rumbo a Kiev
Este miércoles 16 de marzo Guzmán espera partir a Kiev. Además de tener vistos los artículos de protección que necesita, la mañana de este martes iba a desayunar con un intérprete que traduce en español y ucraniano. Durante los últimos días se estaba apoyando en una persona que hacía la traducción en inglés. Él sabe cómo moverse y hacer contactos en escenarios hostiles.
Sobre las previsiones que piensa tomar al llegar a las zonas más conflictivas, su vocación periodística lo hace pensar primero en las alternativas que tiene para cazar la noticia e informar. Parece increíble, pero Guzmán no se detiene a cuestionarse cómo suplirá sus necesidades básicas.
“Recuerdo que cuando estuvimos en Bagdad (Irak) transmitimos vía satélite. Ahora se usa internet y si no funciona, pues se hará vía satélite. Cuando esté en una zona peligrosa, no sé cómo haré. Uno lo que piensa es en transmitir, no en qué comer. Siempre habrá qué comer en algún lado”, señala.
Su intención al llegar a Kiev y otras ciudades es reportar desde la zona de destrucción, justo donde los rusos han ido ganando terreno.
“Ahí sí hay acción. Los hospitales comienzan a saturarse”, dice.
Refugiados ucranianos reciben alimentos a su llegada a Varsovia, huyendo de la guerra en su país, huyendo de la invasión rusa.
Posted by Hector Guzman on Monday, March 7, 2022
Experiencia
Guzmán, quien nació en Colombia, vive en Costa Rica desde 1977. Su exesposa es tica y sus cuatro hijos también. Él se naturalizó hace décadas. Siempre se ha dedicado a hacer periodismo en este país y también a nivel internacional.
Recuerda haber dado cobertura al asalto de la embajada de Nicaragua en Costa Rica, perpetrado por un comando nicaragüense. También, por dos semanas, estuvo en Colombia junto a la guerrilla, en 1997.
Aparte de la cobertura en Islamabad, en 2001, tiempo después se fue para Afganistán donde estaba oculto Osama Bin Laden. Cuenta que allí el terror era pasar por Kabul, pues justo cuando se dirigían a Kandahar se enteraron del asesinato de ocho periodistas coreanos y se devolvieron. Esa vez cubrían la persecución de los estadounidenses al terrorista.
“En el 2003, cuando fue la invasión de Estados Unidos a Irak, también viajamos ahí. Tengo en la mente la imagen icónica de cuando botan la estatua de Saddam Hussein. Ese día yo estaba ahí, en el hotel Palestina. Desde ahí cubrí para Univision”, rememoró.
A estas coberturas se suman muchas otras. No olvida imágenes terribles en Bagdad, como la de ver a niños con sus caritas llenas de esquirlas desprendidas de los misiles y padres con sus pequeños muriendo en sus brazos.
“Recuerdo que eso me enfermó. Luego de esa cobertura llegué (a Costa Rica) sin serotonina ni adrenalina, llegué llorando por todo. Recuerdo cómo enterraban a las personas al lado del hospital, en puñitos de tierra. En una botella que quebraban metían un papel donde escribían características de las personas fallecidas como edad y la ropa que usaba la persona, luego sus familiares los iban buscando y se encontraban con sus parientes. Recuerdo sus gritos desgarradores.
“Aquí, en Ucrania, hasta ahora no he visto algo así, no he estado en la región donde mataron al colega gringo. Algo de lo más fuerte, esta vez, ha sido ver los trenes llenos de refugiados”, confió.
