Felipe Leiva llegó hasta cuarto grado de escuela. Ese hecho le hizo pensar que jamás podría encajar en un concurso como el de La dulce vida, al que probablemente “llegarían personas profesionales en el área del humor y/o estudiantes universitarios”.
El 3 de agosto resultó como el ganador de una competencia en la que participaron 40 comediantes de diferentes áreas y que buscaba “al mejor humorista de Costa Rica”. Al ser el triunfador recibió como premios un vehículo, una carrera universitaria completa y un contrato en Pelando el Ojo, espacio dirigido por Norval Calvo, quien relanzó La dulce vida en Repretel. Todo lo anterior cambió la vida de Leiva, de 28 años.
Nació en Turrialba y los últimos meses vivió en Guácimo de Limón junto a su esposa y sus tres hijos. Hasta hace unas semanas trabajaba como trailero transportando cartón, mas dejó ese empleo porque tenía que viajar constantemente a San José para estar asistiendo a reuniones de La dulce vida y a hacer el programa. Renunció a manejar y con el dinero se asentó junto a su familia en Desamparados. Una tía le ayudó a alquilar un local para que fuera subsistiendo con una barbería, oficio que Leiva aprendió.
LEA MÁS: ‘La dulce vida’ elegirá este sábado al “mejor humorista de Costa Rica”
“Después de mi primera presentación en La dulce vida seguía viviendo en Guácimo. Vi que mi show fue un boom, que a la gente le gustó, que me dieron puntos altos y luego de todo ello me animé a venir a San José. Puse la barbería y no me fue tan bien. Nadie me conocía, con costos sacaba el alquiler del local”, contó.
La falta de ingresos fijos le presionó, dice que “llegaron dolores de cabeza” porque no sabía cómo iba a solventar el pago del arriendo de su casa y de los gastos básicos de su familia, en eso, personas desconocidas le contactaron y en un día presentó dos shows. La situación mejoró, pero no estaba resuelta. Para él era indispensable ganar el concurso de humor y tener trabajo garantizado.
Ya como finalista, Felipe, quien destacó en la categoría de imitadores, presentó un espectáculo completo en el que mezcló sus voces con trucos de magia. La decisión del jurado, integrado por Coco y su pandilla (el ventrílocuo Miguel Mora) con su personaje doña Yaya; Misael Ramírez (Roque Ramírez) y Maikol Yordan (Mario Chacón), fue que él era el participante más completo.
“En este proceso me agarré de la mano de Dios. Si no ganaba, no seguía en el humor y me devolvía a manejar tráiler. Era algo que sentía. Si no ganaba no tenía contrato (lo que le aseguraba trabajo estable), el premio del carro no era tanto (su anhelo), porque estoy acostumbrado a andar de pie”, cuenta.
Tres días después de su gane, aun no cree que el humor que tanto entretenía a sus seres cercanos le permitiera obtener una profesión y estabilidad en un trabajo para el que tiene mucho talento. Lo más cerca que había estado de la radio fue cuando tuvo un programa en Upala, sin embargo, tuvo que dejar la cabina porque no tenía apoyo y los patrocinios apenas alcanzaban para costear el espacio.
“Me siento súper feliz. No me la creo. Jamás pensé que el humor me iba a llevar a tanto. Pensaba en ganar, pero no me creía el ganador. Algunas personas dicen que ahorita soy el mejor humorista de Costa Rica, como decían en el programa, pero soy consciente de que hay gente muy buena y que yo no soy ni el mejor, ni el peor”, agrega.
Aun no se sabe cuándo iniciará su trabajo en Pelando el Ojo, eso sí, ya tiene una agenda con un generoso número de eventos para los que fue contratado por personas que se engancharon con su habilidad para imitar. El vehículo que ganó se lo dejará para transportarse y la carrera universitaria se la trasfirió a su esposa Yuliana Azofeifa, quien estudiará derecho.