Tenemos en cine, hoy, una película de alto valor artístico. Tenemos que decirlo de una vez. Se trata del largometraje chino La maldición de la flor dorada (2006), dirigido por el extraordinario Zhang Yimou y con las eximias actuaciones de Chow Yun Fat (como el emperador), de la siempre bella Gong Li (como la emperatriz) y de Jay Chou (como el príncipe Jai).
Algo de la trama. El relato, sin ser histórico en su totalidad, se ubica en China, en tiempos de la dinastía Tang, en el siglo X. Sucede en vísperas del Festival Chong Yang, cuando las flores doradas llenan el Palacio Imperial.
Un día, el emperador regresa con su hijo para celebrar la fiesta con su familia; sin embargo, para muchos, todo es una farsa, dadas las pésimas relaciones que hay entre los miembros de la familia imperial, donde se viven relaciones amorosas ilícitas.
Juego de amenazas. En este momento, el rostro humano de la tragedia se acerca a cada miembro de la familia imperial. A cada quien por una razón diferente. Es como si la tragedia llegara para todos, de manera plural, sin que nadie pueda evitarlo. De aquí la tensión dramática que asume esta película, cercana a su título: La maldición de la flor dorada .
Entre el orgullo. De esta manera, vamos viendo que la ostentosidad, el orgullo, la vanidad y el glamour de la corte, se solapan y afloran de entre las conductas más oscuras, siempre con el tono de lo trágico.
Poco a poco, los secretos de cada uno dejan de ser tan secretos: las pasiones chocan con fuerza y con gran instinto de venganza.
Guerra. En tanto se debaten estas pasiones, los ejércitos se preparan para consumar lo trágico de las circunstancias.
El filme se muestra en su argumento, en su manera de narrar y en su puesta en escena (en imágenes) con gran sensibilidad oriental, pero con contenido universal. ¡De lo mejor, sin duda! wvenegas@nacion.com