Ser figura pública implica, casi obligatoriamente, atraer el interés de las masas no solo por el quehacer laboral, sino –y casi en mayor cuantía– a la vida personal y privada de quienes pasan a diario en el ojo del público. Por supuesto, en el mundo de las redes sociales en que vivimos, los chismes sobre asuntos personales se disparan hasta la estratosfera en segundos.
Chismear y opinar sobre la vida ajena se ha vuelto una especie de deporte mundial en el que prácticamente todos participamos. Sin embargo, quienes están en el foco de atención –y que, como seres humanos normales tendrán siempre sus rollos personales– pueden paliar los daños colaterales cuando alguna noticia sobre su intimidad sale a la luz pública.
Justo por estos días tuvimos dos clases magistrales, casi simultáneas, de las ventajas de la prudencia, de “comer callao”, de comer “pa’dentro”, como dijo este Topo el domingo pasado.
Verónica González y Viviana Calderón, conductoras de Giros y Buen Día , respectivamente, se vieron envueltas en dimes y diretes en estos días por cuenta de sus supuestas separaciones maritales.
Una vez que trascendió la separación de Verónica, el 5 de agosto pasado ella hizo lo correcto y, con la prudencia que se ha conducido siempre, emitió un escueto y respetuoso comunicado en el que confirmaba su ruptura, ocurrida desde meses atrás, reiteraba su cariño y respeto hacia Alonso Gómez, su esposo, y dejó en claro que nadie de la familia iba a ofrecer más detalles al respecto. Finalmente, agradeció el interés de los medios y de “todas las lindas personas” que le enviaban sus mejores deseos en esta coyuntura.
Por su parte, Viviana Calderón, quien también se vio envuelta en un chismerío y luego confirmó su separación, le puso coto a los comentarios con un sensato post... en especial porque hubo quienes, irresponsable y temerariamente –como suelen disparar algunos columnistas de pacotilla–, arremetieron contra el esposo de Viviana con un conocimiento de causa “igualito” al que tendrían si convivieran con la pareja (de terror que se hagan llamar comunicadores).
La procesión va por dentro y a lo interno se resolverá: así lo hizo saber Viviana con simpleza y transparencia, pero dejando en claro la defensa del también padre de su hija, a quien, insistimos, lapidaron públicamente de buenas a primeras.
“A raíz de las publicaciones que se han realizado en torno a mi vida personal, con el cariño y estima que ustedes se merecen quisiera aclarar por única vez, lo siguiente: Es cierto que me encuentro separada de mi marido hace un tiempo . Como saben, todas las parejas vivimos situaciones difíciles y complicadas. Y a veces necesitamos darnos un tiempo para reflexionar, mejorar y fortalecernos.
Mi esposo ha sido y es un gran ser humano y es el padre más amoroso que pueda tener mi hija. Les agradezco que nos den el espacio para tratar de resolver nuestros problemas de pareja. Bendiciones para todos...”.
Más claro, ni el agua. De manera que cada quien con su vida y cada quien con su bronca... y hablando de broncas, ¿cuándo llegará el día en que alguien decida denunciar penalmente las atrocidades que publican algunos pseudoperiodistas sobre terceros? Por lo que sabemos, esto ocurrirá más pronto de lo previsto. A ver cómo sostienen sus ofensivos disparates frente a un tribunal.
Respiremos. En temas más alegres y constructivos, reseñamos una anécdota que recién vivió el actor nacional Leynar Gómez, quien se encuentra de gira por España.
Resulta que mientras esperaba a un amigo en una terminal de buses en Granada, dos policías hacían una requisa de documentos de rigor a otros pasajeros y, de pronto, repararon en él. Leynar vestía como acostumbra a hacerlo en su natal Puntarenas si el clima se lo permite: pantaloneta, tenis, camiseta y su invariable gorra naranja. Así lo narró el actor en su cuenta de Facebook.
Policía 1: Su documento.
Yo: Un momento.
Policía 2: Se ve sospechoso.
Yo: Bueno, talvez.
Policía 1: Pasaporte.
Yo: Ups. (No sabía donde estaba) Y le digo un momento....
Policía 2: (por radio) Leynar Gómez, ¿hay algo?
Yo: Un momento señor, ya voy.
Policía 1: ¿Colombiano?
Yo: Viví ahí, por trabajo ... Seguro me quedé con un poco de acento...
Policía 2: ¿A qué se dedica, señor?
Yo: Actor
Policía 1: ¿Ahhh sí? Y cuál ha sido su último trabajo? ... (mientras le doy el pasaporte )
Yo: Una serie llamada Narcos , por eso viví en Colombia, luego una película.
Policía 2: ¡Joder! si este es el taxista de Pablo ¡Yo vi Narcos ! (hahaha)
Yo: ¿Limón?
Policía 2: ¡Sí! ¿Qué haces aquí...?
Yo: Bueno... vine a entregar unos premios. ......(Y en broma) ¡Y si no me dejan maricas, les doy plomo!
Policías 1 y 2: Se ríen, uno me pide una foto y ambos hacen mutis.
Luego, Leynar les contaría a sus allegados que aquel incidente había sido la mejor representación de microteatro que había hecho, y que solo se arrepentía de no haberse hecho, él también, un selfie con los guardianes de la ley, quienes sí se fueron felices y campantes con sus respectivos autoretratos junto al mismísimo Limón.
Otra perla pero de factura local le ocurrió el domingo pasado al periodista de Deportes 7 , Gustavo López quien, para no variar, tuvo que apagar tremendo incendio tras el juego de Cartaginés-Santos, cuando el caribeño Steven Williams le espetó en vivo un par de palabrotas que, según juró y perjuró, le había dicho el árbitro Henry Bejarano.
Más allá de la seriedad que pueda tener el supuesto insulto, nos hizo demasiada gracia la cara de pavor de Tavo cuando le soltaron semejante letanía en vivo, pero también fue admirable la forma en que reaccionó, de inmediato, y persiguió al jugador para que le ratificara lo dicho, e hizo lo mismo con el árbitro Bejarano.
Lo cierto es que López es dulcito para estos trances, pues lo precede el incidente en el que Alejandro Alpízar soltó otra palabrota de colección al aire; la de los famosos Princesos del Saprissa –ese telele duró meses – y, cómo olvidarlo, el de la ida a ver la luna llena a la playa por invitación de Everardo Herrera, una divertida salida de este último que puso a Tavo en apuro y en boca de todos. Mucho colmillo tiene López a estas alturas, pues si cuando no las esquiva, las apechuga.
Días atrás se celebró en nuestro país el evento de moda más importante del año, el Mercedes Benz Fashion Week, un extraordinario trabajo y gran esfuerzo de nuestra reconocida modelo internacional Leonora Jiménez. Cada año, el evento impacta más por la calidad de sus creaciones y los diseñadores internacionales que muestran sus colecciones, como Custo Barcelona y Hellen Anthony, entre otros.
Pues resulta que en el programa De Boca en Boca de Canal 7 del lunes 07 de agosto, Víctor Carvajal se dejó decir en tono despectivo varias barbaridades, entre ellas que a esos eventos hasta abogados van ahora (y posteriormente apareció el Lic. Pedro Beirute, toda una institución en el Derecho de Familia Costarricense); que esos “chuicas” que enseñan nadie se los pone (cuando hasta Jennifer López utiliza creaciones de Custo Barcelona) y, en pocas palabras, que la actividades una bombetada.
Ante tales comentarios, muy elocuentes y ubicados, sus compañeros Mauricio Hoffman y Bismarck Méndez, quienes asistieron a la gala, respondieron que ellos van porque les gusta la moda y porque todos los años son invitados por la organización. Pero allí no termina la historia, sucedió algo pocas veces visto en redes sociales: a Víctor le cayeron varias críticas de muchos costarricenses pero, en este caso, nada de haters , sino sus propios fans llamándole la atención por sus comentarios fuera de lugar.
En estos años y por estos lares hemos visto a varias “celebridades” creerse que están por encima del bien y del mal, y con el tiempo han tenido que retirarse por la puerta de atrás. En estos tiempos, con las redes sociales y demás, las cosas se complican aún más. La humildad y el reconocimiento del esfuerzo de cientos de jóvenes costarricenses que estudian y luchan por abrirse espacio en la industria de la moda, es una premisa que todo costarricense, independientemente de si sale en televisión o no, debe practicar.
Vícticorsh, por supuesto, tiene derecho a expresar su opinión sobre el tema que tenga a bien, como lo ha hecho siempre, con empatía y viendo todas las caras de la moneda. En este caso, se puso tan sentencioso como mucha de la gente que lo juzga a él. Tan vivillo como es, estamos seguros de que tendrá más cuidado con la lengua de ahora en adelante. Le jalamos el mecate porque lo queremos y admiramos, eche pa’l saco, papito.