Contrario a lo pensado, La casa de papel no es producción original de Netflix. Es producción hispano-canadiense que la cadena de streaming compró para su difusión con resultados envidiables, alcanzando fama mundial un año después de su estreno en Antena 3 (España). Hoy por hoy es la serie en español más vista en Netflix, además se espera la tercera temporada recién promocionada, exclusiva de Netflix.
Su principal basa creativa está en un guión bien planeado, que conjunta sorpresa y suspenso con puntos de giros difíciles de anticipar. Es en el guión donde recae toda la promesa a la audiencia, sin dejar la forma atrás.
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Guión y narrativa
En el atraco, el pasado de los ladrones y rehenes sustenta sus relaciones actuales y sus motivaciones, lo que abre un número interesante de arcos narrativos no aislados que al final se enlazan con la trama principal, al tiempo que la diversifican. Lo logran con base en el flaskback (regresión psicológica del tiempo), una de las principales figuras narrativas de la serie.
Se basa en la construcción del antihéroe, donde los malos pasan a ser héroes a punta de simpatías basadas no en la justicia, sino en motivaciones ulteriores y las víctimas pasan a ser villanos, lo cual resulta en una mezcla muy interesante de personajes con puntos de vista diferentes. El peso narrativo no recae en pocos, sino en muchos.

Construcción de personajes
No hay uno solo mal abordado, todos tienen densidad en su construcción. Generalmente, se relacionan en tríos formando arcos narrativos que, como se mencionó, se intersecan con la historia principal y ahí esa densidad adquiere mucho sentido.
Es difícil sentir algún personaje principal fuera de lugar, con la excepción de Oslo que es un personaje creado para un fin único; los demás tienen fuertes participaciones enquistadas en la trama.
Al igual que en otras producciones existe la obligación de crear personajes descartables. La casa de papel es un producto maduro y los personajes mueren, mueren cuando tienen que morir, cuando es aceptable. Se entiende el activo que representa la construcción del personaje, pero que su anulación del guión representa al mismo tiempo un valor potente en servicio de la serie.
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Arte y estética
Es sublime, todo está puesto a la medida. Los trajes rojos, las caretas representan una imaginería de culto actual e inmediato, como lo hizo en su tiempo V de Vendetta. No extrañará la presencia de la máscara de Dalí en protestas de corte social. El emblema se democratiza dentro de la historia al ser blandido por atracadores y secuestrados, esto lo hace accesible, alcanzable y deseable.

La sinécdoque se expresa mediante el color rojo del enterizo, es el único color fuerte presente en la fotografía. Sin embargo, el afán de ser artísticos con cada pieza los lleva a utilizar también teléfonos análogos rojos. Bello, aunque cede la realidad y congruencia ante el arte poético. Para el tipo de historia y narrativa, parece poco adecuado pues se muestra forzoso más que orgánico.
La fotografía de clave baja (oscura) es adecuada para el suspenso de saber la mayor parte de la serie, que de algún u otro modo los atracadores lograron salir de la Casa de Moneda, pues Tokio desde fuera recuenta el evento. Ese suspenso a lo largo de toda la serie es cónsono con el estilo visual, con una fotografía tan bellamente realizada que rivaliza con otras series que hemos visto en Netflix.
De contradicciones
Pocas, al menos para la marabunta narrativa de la serie. Tal vez la pretensión física de mover esa cantidad de dinero hacia el final de la serie, el equipo desplazado hacia dentro de la Casa de la Moneda (tecnología, herramientas y armas) o más interesante el financiamiento del atraco, que exige alquileres, compras, mordidas, manutención son difíciles de justificar, aunque el objetivo final de la serie no es el atraco, sino la relación de los personajes en el atraco.
Adicional se puede mencionar lo fácil que un elemento inesperado resuelve conflictos, como una especie de Deus ex Machina, que solo sucede para que el grupo siga atrincherado. En general, muchos de los planes del Profesor se presentan como ese recurso divino que aparece de la nada, para preservar el conflicto, como el segundo juego de máscaras.
La audiencia puede gustar o no la propuesta, lo que sin duda es incuestionable es la maestría con que la serie se narra y produce. Los valores desde la forma hasta el fondo son amplios, constantes y sonantes. El reto viene con la tercera temporada, y cómo renovar el contrato con la audiencia.