La historia es casi demasiado buena como para ser verdad: Durante medio siglo, Susan Boyle vivió con normalidad en su pueblo en Escocia. Y eso que hablar de normal es casi un eufemismo. Padecía problemas de aprendizaje y era objeto de burlas en el colegio. Su salud era frágil a raíz de una lesión cerebral que sufrió cuando nació.
Cuando tenía casi 50 años nunca había besado a un hombre y vivía con su adorado gato Pebbles. Pero entonces todo cambió. Boyle participó en
Su relato de cenicienta conmueve a personas en todo el mundo y los fans celebraron los fragmentos publicados en Internet. Cientos de ellos querían conseguir la firma de un ejemplar en una librería londinense donde solo aparecen los más grandes literatos. “Quería demostrarles a las personas que merece la pena soñar un sueño”, anunció Boyle.
Muchas personas que se sienten discriminadas se identifican con la historia de la pequeña mujer que puso en evidencia al mundo del
“Me llamo Susan Boyle”, arranca el libro con humildad. “Hasta hace año y medio con toda probabilidad no habrán oído hablar de mí, a no ser que procedan del pueblo Blackburn en el oeste de Lothian, en el que pasé toda mi vida”. Continúa una descripción detallada de los acontecimientos y sentimientos del día en el que Boyle partió hacia el casting que cambiaría su vida.
Con bastante aplomo salió una mañana de enero. Amigos y familiares le advirtieron de que con su vestido barato y su peinado descuidado nunca sería tomada en serio. Llegaron incluso a apagar sobre su cuerpo un cigarrillo. Continuamente decían: “Susan, cierra la boca”. Ella asegura que hasta hoy no lo ha superado. Pero ya sea mito o realidad, hubo algo que le ayudó a sobreponerse a todo: el canto.
El
“El canto ha hecho callar a aquellas personas que me han machacado. Y lo que es aún más importante: ha vencido a los demonios en mi interior”, escribe Boyle. “Tengo una nueva identidad. Me he convertido en otra mujer”.