
El legendario Ozzy Osbourne falleció este martes 22 de julio a los 76 años. Detrás de él hay una estela de heavy metal, extravagancias y, por supuesto, miles y miles de historias. Entre ellas, la de su único concierto con Black Sabbath en Costa Rica.
Eso sucedió el 22 de octubre del 2013. Black Sabbath y Megadeth, dos gigantes del metal internacional, se unieron en un mismo escenario para el deleite de sus seguidores ticos. Aquella noche, las camisetas negras y las manos al aire celebraron este encuentro único, donde ambas bandas compartieron escenario en suelo costarricense.
El concierto quedó marcado en la memoria de muchos, gracias al despliegue musical y artístico que se vivió esa noche.
“La presentación incluyó 16 canciones y un solo de batería por parte de Tommy Clufetos. Los veteranos ofrecieron una muestra de clásicos como Dirty Woman y el tema Black Sabbath, que fue uno de los más conmovedores. Sin embargo, la pieza más aclamada por el público fue Iron Man, que el estadio entero coreó con euforia”, escribió Arturo Pardo en la crónica del concierto, publicada en La Nación en ese momento.
El repertorio de Ozzy con Black Sabbath abarcó éxitos como Fairies Wear Boots, Rat Salad, God is Dead?, Children of the Grave, Under the Sun/Every Day Comes and Goes, Age of Reason, Black Sabbath, N.I.B. y Paranoid.
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“La fogosidad se hace presente tanto fuera como dentro del escenario: los riffs de guitarra del maestro Tony Iommi mantienen la misma esencia y fuerza de siempre; Geezer Butler hace vibrar las cuerdas del bajo, generando un sonido omnipresente; y el cantante Ozzy Osbourne, el maniático campante favorito de todos, se entregó por completo al sonido, amplificando su irrepetible tono y recibiendo el respaldo de las voces del público”, describió por su parte el periodista Alessandro Solís en su nota.

¿Y qué decir de Ozzy y su actuación? Solís lo retrató de la siguiente manera: “Una de las razones por las que el extravagante vocalista es amado universalmente es su imperfección. Verlo cantar en vivo a los 64 años demuestra que no es un virtuoso, sino un humano impetuoso; siempre tratando de dar lo mejor de sí mismo y corrigiendo sus errores en el acto, lo que generaba una empatía constante con el público, quien lo seguía con sus saltos cortos, sus aplausos y gritos de emoción”.
Definitivamente, la noche del 20 de octubre de 2013 quedó grabada en la historia de los conciertos internacionales en Costa Rica, presentando a unas leyendas del metal en La Sabana.




