Nueva York
"¿Cuánto cuestan los GoBot", le pregunto al dependiente de la atiborrada tienda. "Los precios varían, según el GoBot", contesta a la carrera mientras atiende a otros visitantes. "Ok, cualquiera de estos dos", digo, mientras señalo al robot que se transforma en avión blanco y al robot que se transforma en motocicleta. "¿Leader-1 y Cy-Kill? $450, cada uno".
Leader-1 y Cy-Kill son dos de los GoBots que tuve de niño. En Curridabat, en el desaparecido almacén La Familia, mis papás me compraron en algún momento de los 80 esas y un par de figuras más de la línea de robots que con unos cuantos movimientos y efectos de sonido se convertían en vehículos (parecido a los Transformers, pero sin tanta complicación y melodrama).
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Mis GoBots tenían la misión de divertirme y lo hicieron. Los juguetes están hechos para jugar con ellos, y aquellas figuras tuvieron una vida intensa a manos del niño que entonces era. ¿Qué fue de ellos? Ni idea, aunque asumo que de tanto usarlos terminé por dañarlos sin remedio y las maratónicas de limpieza de mi mamá se encargaron del resto.
Los juguetes no tienen futuro para un niño, pues lo suyo es el presente, el aquí, el ahora. Así fue para la mayoría, con las raras excepciones de quienes guardaron los juguetes en su empaque original, a la espera de mejores tiempos.
El circuito de figuras de acción y juguetes para nostálgicos es un negocio productivo en los pasillos de la presente edición de la New York Comic Con (NYCC). En el mismo puesto que ofrece la colección completa de GoBots, también hay abundancia de figuras vintage de He-Man y los Amos del Universo, GI Joe, Thundercats, Cazafantasmas, Transformers, Tortugas Ninja y demás franquicias que animaron la infancia de los que hoy ya pasan los 30 años.
Saque cuentas: si usted fue de los niños que en algún momento tuvo muñecos de algunas de esas colecciones (doble puntaje si se lo compraron en la frontera o se lo trajo algún familiar desde Estados Unidos), sus piezas hoy valen un buen dinero. A manera de ejemplo, una figura de He-Man o Skeletor en buen estado dentro de su empaque original se vende en la NYCC por más de $100.
Con las líneas de juguetes para niñas pasa lo mismo. Así, los peluches de las primeras líneas de los Ositos Cariñosos, Strawberry Shortcake y Rainbow Brite se cotizan entre los $50 y los $100. Entre más rara de encontrar sea la pieza, más alto el precio.

Los puestos también son una fotografía en el tiempo de juguetes que hoy parecen risibles, pero que en aquel entonces tenían todo el sentido, como la línea de muñecos de los New Kids on the Block, de características y proporciones similares a los Ken.
Otra vertiente de trabajo para los amantes de las figuras de acción nostálgica es la desarrollan firmas de diseño, que producen ediciones limitadas de muñecos basados en populares programas y que simulan la apariciencia ochentera. No es mercadería oficial, sino más bien un trabajo artesanal y que, como tal, se cobra sin miramientos.
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Por el momento, la figura vintage más cara que he encontrado en el NYCC es una de James Bond basada en la apariencia de un joven Sean Conery. El vendedor indica que data de la década de los 70 y que puede ser suya por módicos $800. ¿Una locura de precio por un juguete? Una ganga, según muchos coleccionistas.
Por esto, la próxima vez que le compre una figura de acción a su hijo, piénselo dos veces antes de sacarlo del empaque original. ¿Quién quita que en dos décadas el berrinche del pequeño valiese mucho la pena?
