Los ojos podían ir varias veces de punta a punta recorriendo aquel primer piso del Club 212. Por más que se esforzaran, el panorama iba a seguir siendo el mismo: una alfombra de gente cubría esa planta baja del local, ubicado en San Joaquín de Flores, en Heredia.
El color de aquel tapiz era uniforme: de negro estricto, al menos en lo que al pecho se refiere. Camisetas de AC/DC, Testament, Tierra Santa, DIO... y, por supuesto, Barón Rojo, ya fueran esas oficiales o hechas para la ocasión, así eso ameritara mandar a imprimir la carátula de algunos de los muchos elepés emblemáticos de la formación española.
Ya se habían presentado, y en orden, las costarricenses Acero, Igni Ferroque y Kronos que, para la mayoría de la gente, se entregaron en el escenario con aplomo, fuerza y precisión.
Así que cuando, adelantándose 15 minutos a la hora prevista, Barón Rojo entró al escenario, el 212 elevó un sonoro grito. Los puños se levantaron con toda la extensión posible que puede dar un brazo.
Los hermanos y fundadores de la banda, Armando y Carlos de Castro, el bajista Gorka Alegre y el baterista Rafa Díaz empezaban aquella cita con una perfecta carta de presentación:
El 212 se hizo una garganta en carne viva, siguiendo la letra de forma tan precisa como si llevaran el dedo sobre el renglón.
Saltaba el gentío y aquel movimiento, visto desde arriba del local, parecía el movimiento de una barca en alta mar: sinuoso pero firme.
Barón Rojo lo había advertido: podría tocar hasta dos horas si la cita con el público de Costa Rica iba bien. Pero lo que sucedió fue más allá de la palabra dada: un concierto de tres horas, sin parar, y que alcanzó los 30 temas.
Así que fueron apareciendo, una tras otra, canciones como
Era imposible no alzar la mano con el puño arriba; no cantar hasta que las venas quisieran saltarse del cuello. Era lo menos que se podía hacer si el Barón lo estaba entregado todo en el escenario.
La banda, considerada piedra angular del
Tocaba y tocaba; con un tema tras otro, tras otro, y con palabras gentiles iba agradeciendo la disciplina de los fans y el fijarse solo en lo bueno y no en los peros.
“Con un público como ustedes es todo fácil”, dijo Armando de Castro, una vez que se iban ajustando micrófonos, platillos y especialmente aspectos técnicos vinculados con la amplificación.
Pero así es el
Es que el público estaba cargado de gente muy joven, incluso con menos edad que discos de la banda como
Sin embargo, a la petición del público la banda regresó para hacer el
Pero el llamado del público fue tan caluroso y potente que la banda regresó sin que muchos quizá se lo esperaran. Para sorpresa, no entregó un tema más, sino cuatro: