Cuando se habla del rancho Neverland, muchos tienen claro que fue la casa del Rey del Pop entre 1988 y el 2005; sin embargo, para entender la importancia de esta propiedad en la vida del artista, hay que visualizar sus dimensiones y recordar que fue el paraíso que Michael Jackson construyó a la medida de su imaginación y posibilidades.
Ponerle rancho, a lo que entendemos los ticos por una lujosísima hacienda, no fue algo caprichoso: es una propiedad de 11 kilómetros cuadrados (para que tenga punto de comparación: el cantón de San Pablo de Heredia mide 7,5 kilómetros cuadrados). Para llegar a la mansión desde la carretera principal, es necesario recorrer cinco kilómetros dentro de sus límites.
Dar con el lugar fue una aventura de meses, según recordó Gloria Rhoads Berlin en su libro In Search of Neverland ( En búsqueda de Neverland ). Jackson vivía con sus padres, pero quería dejar el nido. También buscaba un sitio que estuviera lo suficientemente aislado y fuera de gran tamaño.
El intérprete de Human Nature le encomendó esa tarea a Berlin, quien, luego de investigar, se dio cuenta de que muy pocas propiedades en los Estados Unidos tenían las características requeridas por el cantante.
La investigación los llevó a California, en una zona alejada de los centros de población. Encontraron una propiedad que pertenecía al empresario Bill Bone, valorada en $35 millones.
Tenía una residencia principal de 1.300 metros cuadrados de estilo arquitectónico Tudor. También incluía cinco residencias adicionales, una cancha de tenis, bodega de vinos, un lago, una pista de aterrizaje, 50.000 robles y una casa de empleados.
Lograr cerrar el trato no fue sencillo; al final compró el rancho en $17 millones. El contrato de compraventa se firmó en febrero de 1988.
Proyecto personal. Jackson quería un lugar donde recuperar la infancia que no tuvo, porque desde pequeño su padre lo involucró en el grupo musical familiar The Jackson 5 .
En esta propiedad construyó una rueda de Chicago, dos ferrocarriles que recorrían el lugar, un cine con 40 butacas, y un carrusel con caballitos construido a la medida por Peter Petz , artesano alemán que recibió al Rey del Pop en su taller para escuchar sus peticiones.
El artista del guante blanco sintió especial cariño por los animales desde niño, por eso se aseguró de construir su propio zoológico, en el que reunió dos tigres (uno se llamó Thriller), un elefante asiático, una serpiente pitón albina, cuatro jirafas, varios loros y lapas, flamencos, dos caimanes, dos llamas y varios perros, entre otros.
En este mundo de fantasía, crecieron sus hijos; gracias a Internet es fácil ver fotografías de Paris Jackson subida en un caballito del carrusel o en alguna otra atracción.
Además de revivir su infancia, Jackson hizo del lugar un espacio para invitar a niños con problemas de salud, con el fin de que disfrutaran del lugar. Él mismo costeaba sus gastos; era un trabajo que realizó desde su fundación Heal the World.
La magia acabó cuando la Policía ingresó a Neverland en el 2003, con el fin de investigar una denuncia por supuesto abuso a un menor. Tras el juicio, en el que resultó inocente de los cargos, Jackson abandonó el lugar.
También existió un proceso de remate de la propiedad en el 2008, pero, según informó el medio español 20 minutos ; fue una operación que pretendía aliviar la carga económica de Jackson, ya que estaba lleno de deudas.
En el 2009, en The Tonight Show , se habló que el valor del rancho podría rondar los $114 millones; no obstante, la revista Forbes dijo que el precio podría ser mayor por el simple hecho del famoso y controvertido dueño que tuvo.
Lo que hizo Michael Jackson fue hipotecar la propiedad a nombre de una empresa de la que era socio. Tras la muerte del artista, el 25 de junio del 2009, a causa de una dosis letal del anestésico propofol, el rancho quedó abandonado.
Fueron sus hijos quienes intercedieron ante sus abuelos y tíos para restaurar su hogar.
Incluso se hicieron visitas con medios de comunicación y gracias a sitios como Time.com es posible ver cómo luce en la actualidad la propiedad.