A los 18 años, tuvo su primera oportunidad en un “toque” (presentación artística); musicalmente le fue bien, pero la timidez le ganó y tocó toda la tarde con la cabeza agachada.
Esa timidez es aún perceptible al escucharlo, pero solo al hablar. Cuando llega la hora de hacer música, Rafa Benavides y su acordeón se vuelven uno y su alegría contagia a todos a su alrededor, mientras él disfruta cada acorde que interpreta.
Este orgulloso sancarleño de 66 años es toda una institución de la música popular en su cantón. De formación autodidacta en su mayoría, es el precursor de cuatro agrupaciones musicales; la última integrada por sus hijos, a quienes, personalmente, les enseñó a tocar.
En su casa, en el distrito Quesada, alberga un rincón que es como un pequeño museo. Allí, conserva fotos que le recuerdan su aporte en la música con grupos como Siboney, Rafa Benavides y su Combo, Crema y Viviana y los Sabrosos, entre otras cosas.
En ese cuarto al fondo de su residencia, muestra orgulloso instrumentos musicales, equipo de amplificación y fotos de tiempos donde incluso tuvo su propio autobús: un GMC de la década de 1960.
En ese espacio del hogar, él también guarda cientos de casetes, los que grababan durante sus presentaciones, y según recordó su hijo Willy, llegaban a escuchar de madrugada luego de un toque, para ver en que fallaban y así mejorar.
Sobre una repisa, está su inseparable amigo: el acordeón, con el cual por igual interpreta un tango, un bolero, un merengue y un paso doble.
Con tanta historia musical a sus espaldas, la que además comparte con todos sus hijos e hijas, don Rafa no se hace de frases muy elaboradas o rebuscadas para explicar su pasión musical.
“Esto ha sido un entusiasmo tan grande. Sin la música, no sería nada”, comentó con franqueza.
Ese obsequio, sumado a ver a su progenitor tocar la concertina (familia del acordeón), lo inspiraron para explorar su lado musical.
La pasión por la música está en su sangre y solo fue cuestión de tiempo, y de encontrarse con las personas correctas, para llegar a ser un músico de tiempo completo.
Al lado de artistas de pueblo, como
Un par de años después, junto a su hermano Jorge Luis, fundó Siboney. El dúo usaba una guitarra con una sola cuerda y el peine, entre los dos cantaban y así se ganaron algunas pesetas.
Eran los primeros años de la década de 1960, la música no daba para vivir, por lo que se fue a la zona de Naranjo a la recolección de café, actividad que alternó con presentaciones.
La música tomó mayor protagonismo, el grupo se profesionalizó y le cambiaron el nombre al Combo de Rafa Benavides. Luego de eso, vinieron muchos bailes por el país, un disco de larga duración –del que conserva orgulloso una copia en su casa– con su éxito
El combo dio paso al grupo Crema, en la década de 1980; no obstante, con la crisis que acabó con muchos de los grupos nacionales, ellos también se desintegraron.
Luego, enseñó a sus hijos a tocar bajo, batería, teclado, guitarrón y a cantar y vuelve a intentarlo con Viviana y los Sabrosos, grupo que permaneció activo desde 1996 hasta principios del siglo XXI, cuando diferentes intereses llevó a sus hijos a otros proyectos, sumado a un infarto, que lo obligó a hacer una pausa.
No obstante, esa forma de vivir no se puede dejar de la noche a la mañana; por eso, en la actualidad no es de extrañar ver a Rafa Benavides con su marimba, acompañado de su hijo Willy. Juntos participan en actividades culturales, fiestas y donde cualquier sancarleño requiera llevar alegrías.
Muchos años y anécdotas después, Rafa Benavides sigue activo, algo que seguirá haciendo “hasta que descanse”, según confesó .