
Si se le pregunta hoy a cualquier persona cuál es su cantante de pop favorita, es fácil entrar a las eternas batallas entre si Britney o Cristina, Taylor o Katy, la Gaga vieja o la Gaga de ahora.
Raro sería que alguien levantara la mano y dijera que su favorita es Pink, aunque su constancia y talento lo ameriten.
A un paso lento, pero seguro, Pink se ha ganado su lugar en la historia del pop. Ha vendido 16 millones de discos en Estados Unidos y 45 millones de sencillos digitales, y ha viajado por el mundo con sus canciones.
Si hay algo que la distancia de las otras artistas mencionadas ha sido su capacidad de entrar y salir del ojo público con tranquilidad, sin levantar mucho revuelo.
Pero cada vez que aparece, se asegura de que su presencia sea notada.
En los últimos años ha hecho apariciones estelares en los premios de Billboard y los premios MTV, en los que ha mostrado talento en danza aérea.
Sosteniéndose apenas de un trapecio y a veces rodeada de llamas, Pink ha dado espectáculos que nos recuerdan el impulso que siempre tuvo por romper las reglas y por dar su 110%.
Desde el inicio del milenio, Pink ha reunido fanáticos con esa actitud, sin aspirar a ser la número uno.
Esa ha sido la clave: caminar a paso seguro, evitando un ascenso frenético para prevenir una caída igual de grande.
Después de publicar su álbum Beautiful Trauma (2017) y dar otras presentaciones memorables, Pink será la encargada de cantar el himno de Estados Unidos en el Super Bowl del domingo 4 de febrero, un honor que le abriría las puertas de luego protagonizar ese mismo espectáculo en otra época.
“Nunca gané el concurso de popularidad, nunca fui tan grande como Britney o Cristina”, dijo el año pasado una entrevista con The New York Times. “Pero aquí voy de nuevo, sorteando las olas”.
¿Quién es?
Pink tiene 38 años, lo que quiere decir que cuando empezó su carrera no era una sensación adolescente, sino que, más bien, estaba saliendo de esa etapa.
La industria de la música, como se sabe, abraza la juventud antes que cualquier otra cosa, y el campo del pop suele estar reservado para los nuevos talentos, las caras frescas.
Con 22 años, en 1999, Pink grabó su primer álbum, Can’t Take Me Home (2000), producto de varios años de cantar en un grupo de R&B y grabar con una disquera de Atlanta. Tenía un sonido urbano, pero letras lascivas y hasta graciosas que la separaban de lo que hacía Britney por esa época.

En el 2001 estaba lanzando Missundaztood, posiblemente su álbum más popular a la fecha y el que le dio un lugar entre los millennials.
Los sencillos Just Like a Pill, Get the Party Started y Don’t Let Me Get Me llevaron a Pink a la cima en las radios estadounidenses y capturaron la atención de todos los que vimos el nacimiento de Pink en la pantalla de MTV.
La voz de Pink cantaba hacia los inconformes, los que tenían el amor pero luchaban por mantenerlo, lo que tenían la fiesta perfecta y todos los desastres que venían con ella y mostraba que, aunque la vida de estrellato podía sonar como la ideal, tenía también sus dificultades.
Este capítulo de su vida lo reflejó en Don’t Let Me Get Me, en donde canta “Estoy cansada de ser comparada con Britney Spears / ella es tan bella / pero no es lo que soy”.
Al quitarse desde muy temprano ese peso de encima, Pink logró transformarse en artista de pop sin perder su esencia como una persona común y corriente.
Ascenso
Pink vivió con Missundaztood (2000) su era dorada. No solo logró colocar dos millones de copias del álbum, sino que en el 2002 recibió un Grammy por su aparición en el tema Lady Marmalade.
De inmediato Pink volvió a reclutar a la legendaria cantautora Linda Perry –quien coescribió la mayoría de las canciones de Missundaztood – para buscar otro éxito.
Su tercer álbum, Try This (2003), la llevó a ganar un Grammy por una canción propia, Trouble, y la llevó a vender un millón de copias, la mitad que el anterior.
Su siguiente susto fue lanzar la canción Feel Good Time, que aunque fue parte de la banda sonora de Los Ángeles de Charlie 2, no logró entrar al Top 40 de Billboard.
Fue a partir de eso, y su participación en giras, que Pink y sus representantes se dieron cuenta que la fortaleza de la artista no sería un éxito en las ventas, pero sí en los escenarios.
A diferencia de Spears, Pink solo necesitaba un poco de música y su propia voz para enganchar al público.
En la época de Missundaztood, Pink impactó la vida de muchas personas, pero especialmente la de una joven londinense llamada Adele, quien cuando se volvió famosa, confesó que uno de los conciertos que más la había inspirado era uno de Pink.
“Nunca había escuchado en un concierto usar su voz de esa forma. Recuerdo sentir que estaba pasando a través de un túnel de viento, con su voz golpéandome como una ráfaga. Fue increíble”, dijo Adele en una entrevista, ya siendo una artista famosa.
Pareja
Pink continuó en los escenario y también en los tabloides. En el 2001 conoció al piloto de motocross Corey Hart, con quien inició una relación. En el 2003 se separaron brevemente, pero en 2005, ella hizo un gesto icónico. Se acercó a la pista de uno de las carreras de Hart con un rótulo que decía “¿Te casarías conmigo? ¡Es en serio!”.
El piloto dio una vuelta sin notarla, pero en su siguiente pasada apagó la moto y fue a abrazar a la mujer que amaba.
La noticia le dio rápidamente al mundo, sobre todo porque después del gesto Pink obligó a su novio a terminar la carrera. “No quiero casarme con un perdedor”, dijo en su tono ácido.
La pareja continuó siendo noticia en el 2006, cuando se casaron en Costa Rica –un país al que ha regresado varias veces de paseo– . En el 2008 se separaron y ella grabó la canción So What, en la que repite en varias ocasiones "soy una rockstar y no te necesito”.
La canción habría sido el típico tema de despedida de no ser porque ella invitó a Corey Hart a participar del video y sí, él accedió. Luego, en el 2010, Pink anunció que estaba esperando un bebé de Corey Hart, que llamaron Willow.
Hart apareció en los videos Just Give Me a Reason y True Love, del álbum The Truth About Love (2012).
Legado de fuerza

La década de los dosmiles vio a Pink relegada a sus giras y alguna apariciones en las listas de éxitos, pero en el 2010, ella dio una sorpresa en los Grammy para interpretar Glitter in the Air.
Hasta esa fecha Pink había estado sorprendiendo a sus fanáticos con sus habilidades como acróbata, pero fue en ese momento en el que el resto del mundo puso atención.
La emoción fue palpable y sobre todo, medible en dólares. Su gira del 2010 hizo $46 millones en 30 conciertos. Su siguiente gira, en el 2013, recaudó $184 millones, en 142 espectáculos.
Pink estaba de vuelta y siguió asombrando con su voz y sus habilidades en el trapecio en los premios Billboard y luego, en los premios MTV.
Pink ya se había ganado el respeto del público como intérprete y una ficha infaltable en el mundo del espectáculo, pero luego cementó su estatus como una voz de conciencia.
Primero, hablando constantemente encontra en Donald Trump y luego, por su empoderador discurso en los premios MTV del 2017.
Ese año fue convocada para recibir el premio Michael Jackson a la Vanguardia, una presea dedicada a quienes han tenido una carrera llena de videoclips memorables, algo que definitivamente Pink tenía.
Las voces escépticas no se hicieron esperar e inicialmente, ella hizo su discurso para burlarse de esas personas. Pero luego, decidió reenfocarlo en su hija, Willow. “Un día mi hija me dijo ‘soy la chica más fea que conozco, parezco un niño con pelo largo’.
El discurso se volvió un testamento a las sensibilidades de los artistas alrededor del mundo y la confiaza que debieron tener para sortear las críticas.
Las palabras de Pink resumieron con facilidad sus primeros 20 años de carrera y las décadas que vendrán.
“Siempre que han criticado por verme masculina y le dije a mi hija ‘No me ves cambiando mi cuerpo, mi ropa o mi cabello’”, dijo Pink. “’Pero hija, ¿me ves llenando estadios alrededor del mundo?”.
