Mi primer encuentro con el vallenato se dio a finales de la década de los años 70. Faltaba mucho para que el mundo conociera la propuesta de Carlos Vives.
Sin embargo, fue Vives quien me hizo reintegrar el vallenato de nuevo a mi musicomanía.
Lo había hecho a un lado, como siempre me sucede con otros géneros musicales, por culpa del
Aunque el Estadio Rosabal Cordero, en la ciudad de Heredia, la noche del viernes pasado no estuvo colmado de gente para ir a escuchar a Jorge Celedón, sí puedo dar fe de que los que allí estaban, hoy son un poco más felices que a la víspera del concierto.
El vallenato tiene la virtud de sanar las penas del alma, y esto queda patente en las generaciones que se ubican entre el vértice llamado
Celedón es una de las nuevas figuras emblemáticas del género, tanto en Colombia como en el resto del mundo. En su país natal es profeta desde que este nuevo siglo empezó, y ha colocado una gran cantidad de canciones en el cotidiano emocional de su pueblo.
Este muchacho proviene de la Guajira, donde los colombianos dicen que a la primera nalgada el recién nacido no llora, canta. Si sumamos a esta herencia genética un talento innato para escribir canciones el resultado es uno solo: canciones que la gente disfruta cantar y bailar.
Esto último, debo confesar, no lo pude lograr tan fácilmente como esperaba, pues cuando Celedón apareció en escenario este servidor y su acompañante teníamos los oídos saturados de escuchar demasiada música. En otras palabras, lo que quiero decir es que los empresarios no deberían cargar un concierto con tantos grupos. Dos ya son suficientes.
Además, por lo general, los productores de conciertos nunca contemplan la posibilidad de hacer más ameno el rato al público que acude y, en mi opinión, pasar cinco horas en un estadio no es muy divertido.
Con esto ni siquiera estoy insinuando que los artistas nacionales que antecedieron al colombiano fueron indigestos. Para nada. Todos son de calidad comprobada y buen cartel: Madera Nueva, Andrés Leiva y Gregory Cabrera. Pero entiendan, la gente quiere ir a ver y escuchar, sobre todo, al artista foráneo y créanme, tiene mejores resultados para un artista local ser el único que comparte tarima con un artista extranjero. A mí siempre me ha parecido esa modalidad de tantos grupos un puro relleno. Con dos basta y sobra.
En lo musical, insisto, el vallenato y en este caso el de Jorge Celedón me contagiaron. Además hay algo tan terrenal en sus canciones, algo que tiene tanto calor humano, algo que te hace tan hermanable que hasta podría darle las gracias a La Volpe por no hacer nada.
Concluyo compartiendo la sensación de que este vallenatero podría ser uno de los espectáculos musicales del próximo Festival Internacional de las Artes (FIA) y que contraten de paso a Glenda Medina como la animadora, ella sí que lo sabe hacer.