El sábado anterior, una gran cantidad de visitantes del centro de tiendas Multiplaza del Este pudo apreciar, y en buena dosis, una muestra del talento musical local que hace años, más bien décadas, inunda este país.
Perdón por insistir en el tema pero, en este país, es proporcional la cantidad de aciertos en la cultura musical a la de los desaciertos que generan los dirigentes del futbol nacional. Ya, en principio, la palabra dirigente me parece una desproporción. Lo cierto es que la actividad futbolera chupa demasiado dinero de la buchaca y estoy convencido de que muchas de las empresas y publicitarias, que deciden invertir sus dineros en el “deporte rey”, podrían tener una mejor imagen si lo hicieran en la música nacional.
La cita del sábado pasado fue para celebrar el triunfo de un músico nacional. Me refiero al baterista Kin Rivera Jr. (lo de Kin viene de Joaquín como su padre), quien ha sido elegido por la firma Peace, dedicada a la venta de baterías y otros artículos percusivos. No es esta la primera vez que un músico nacional es apoyado por una firma comercial de rango internacional, ni tampoco es el primer concierto con que esto se celebra.
Aquí lo importante a destacar, que sirva de ejemplo a otras firmas comerciales y no necesariamente musicales, es que haber elegido al baterista del popular grupo Escats conlleva grandes ganancias en imagen.
Después de oírlo y verlo desde el lado atrás de la tarima, a escasos dos metros de distancia, llego a la conclusión de que este “flaco” está listo para realizar proyectos colosales. Aunque su talento le facilite ejecutar cualquier tipo de ritmo, sus principales argumentos los esgrime y, con gran contundencia en los acentos del
Muy a pesar de lo que vayan a pensar algunos serruchapisos de la escena local, Kin Rivera Jr. me recuerda a Mike Portnoy, célebre baterista del grupo DreamTheater. Nuestro baterista tiene la educación musical y la creatividad para enfrentar un proyecto de
La producción del evento a cargo de Código Cultura fue precisa y superordenada, lo que me permite recordar que, también en el área de la producción de eventos, hemos crecido. Espero que este concierto se pueda repetir y en más lugares, pues es la columna vertebral de un espectáculo mayor, al estilo de los conciertos Gallo Pinto, patrocinados por una cerveza local.
Acompañaron a Kin Jr. una gran cantidad de artistas empezando por Escats, la siempre maravillosa Charlene Stewart, el vital Pedro Capmany, la poderosa voz de Julio Nájera, de Akasha, y también su guitarrista Emma; JohnnyMan, quien con Dan Robinson, le rociaron su propio condimento a la tarde de “mol”.
Uno de los respetables aciertos del evento es que dos terceras partes del repertorio se armaron con obras nacionales y el público –ojo, público casual– las disfrutó y aplaudió tanto o más que algunos de los grandes éxitos foráneos que saturan las radios. La fórmula es sencilla: arte y patrocinio. Entretenimiento puro de gran nivel, limpio, seguro y constructivo.