
Hay ciertos artistas, entre la gran cantidad que nos ha visitado para brindarnos su música y su canto, que se pueden arrogar el derecho de habernos educado un poco más que los otros en esto de apreciar un espectáculo musical. En esta pequeña lista de extraordinarios seres escénicos se encuentra, sin ninguna duda, Paloma San Basilio.
Con Paloma, el público espectador de este país aprendió a degustar las sutilezas existentes entre un concierto masivo (tipo estadio o gimnasio) y otro en una sala de conciertos o teatro, que para nuestra realidad viene a ser lo mismo. Desde luego que antes de ella hubo otros, pienso en Serrat por citar uno solo; sin embargo, estoy convencido de que fue con esta encantadora dama que el concepto de concierto popular entró de lleno en otros ámbitos de apreciación.
Para ir al grano, digamos que aquello de artístico y exquisito terminó acoplándose, como nunca antes había sucedido, con lo del manoseado “evento de carácter popular”. Ya había sucedido con el teatro, con la danza y hasta con los títeres y mimos, pero fue con esta Paloma que se nos develó una nueva forma de apreciar eso que ella hace y que no es otra cosa que cantar canciones.
Paloma San Basilio es parte de nuestra cultura escénica. Hay un cariño particular y especial entre ella y nuestro público.
Admiración y respeto, me gustaría agregar, sobre todo viendo el comportamiento de quienes acudieron a escucharla en este nuevo espectáculo que llegó a través de Interamericana de Producciones (Sabina, Perales, entre otros).
El nuevo
El tríos de músicos, que no necesariamente extraordinarios, aunque sí perfectos en todo momento, sostienen con gran decencia la médula musical del espectáculo. Están a la altura de la fuerza expresiva de la Paloma, quien, además, ha perfeccionado su técnica expresiva y hoy comporta una gestualidad de aristocrática teatralidad. Su madurez biológica se proyecta con asombrosa vitalidad, gracias a una reposada dinámica que se nutre de un compendio de experiencias escénicas que son su mejor tesoro.
No sabría si todos quedaron satisfechos con el contenido de este espectáculo. Ella complació pero no de manera complaciente. Alteró sus grandes éxitos sin perder la esencia y se reconstruyó a sí misma eligiendo algunas canciones emblemáticas del repertorio universal y otras de carácter muy personal. Como sea, Paloma San Basilio regresó a nuestro paladar y de nuevo nos enseñó a degustar las sutilezas del espectáculo musical.