Tres creadores de contenido fueron asesinados en países de América Latina en apenas una semana, encendiendo nuevamente las alertas sobre la violencia que rodea a quienes se exponen públicamente en redes sociales.
Según un análisis del sociólogo y criminólogo mexicano Fernando Araujo, famosos influencers se han convertido en blanco de organizaciones criminales: algunos por presuntas vinculaciones y otros simplemente por tener la suficiente visibilidad como para que su muerte genere impacto, otorgándole así a los líderes de estas bandas una imagen de poder y control sobre las zonas donde operan.
Recientemente, el asesinato de Valeria Márquez (influencer mexicana que fue atacada en su salón de belleza el martes 13 de mayo) conmocionó las redes sociales. Su muerte volvió a poner sobre la mesa la profunda crisis de inseguridad que enfrentan los creadores de contenido al exponerse en plataformas digitales.
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Además de Márquez, al menos otros siete influencers han sido asesinados en distintas partes del mundo en el último año. Entre ellos figuran Gail Castro (Gail Toys), Justin Paul (El Pinky) y Miguel Vivanco (El Jasper), cuyas muertes siguen abriendo el debate sobre la escasa protección para quienes viven de las redes sociales.
Los casos más recientes de asesinatos de influencers
Valeria Márquez

Reconocida en TikTok por su contenido de belleza, Valeria fue asesinada mientras realizaba una transmisión en vivo en su salón de belleza, ubicado en una exclusiva zona de Zapopan, Jalisco. En el video que circuló en Internet, se observa cómo un hombre le pregunta si es ella, a lo que responde que sí. Apaga el micrófono y, segundos después, cae abatida por varios disparos.
José Carlos González - El Fénix

El influencer fue asesinado el jueves 15 de mayo en la avenida Cuauhtémoc de Acapulco, luego de dar una entrevista. De acuerdo con la revista People, su cuerpo quedó tendido en la calle y no pudo ser reanimado por los servicios de emergencia. Los atacantes huyeron del lugar.
María José Estupiñán

La joven colombiana abrió la puerta de su casa tras recibir un supuesto paquete, sin imaginar que el “mensajero” era en realidad su agresor. El Tiempo de Colombia informó que el principal sospechoso del asesinato es su expareja, con quien había terminado recientemente y a quien días atrás había denunciado por violencia.
A estos casos se suman otros asesinatos que marcaron el último año. Entre ellos, el de Fedra Gaxiola, influencer mexicana de 22 años que fue atacada a balazos mientras se encontraba dentro de su vehículo en Tijuana, a finales de 2024.
También el caso de la influencer brasileña Beatriz dos Anjos Miranda, de 24 años, asesinada en marzo de 2024 en Maracanaú, Brasil. El crimen fue confesado por su expareja, Antonio Lício Morais da Costa.
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El crimen organizado y la presencia digital
En conversación con El Heraldo de México, el sociólogo y doctor en criminología Fernando Araujo advirtió sobre la presencia cada vez más frecuente del crimen organizado en entornos digitales. Para Araujo, muchos de estos ataques son una manera de ejercer control sobre territorios o enviar mensajes de poder, especialmente cuando las víctimas son personas influyentes.
“Muchos de estos influencers hacían apología del delito o mostraban estilos de vida ostentosos”, aseveró. Agregó que, aunque no siempre hay un vínculo directo entre las víctimas, lo que une estos casos es el riesgo que implica la exposición pública.
Araujo explicó que, en muchos casos, los influencers generan un escenario aspiracional que se construye con lujo, viajes, estética y símbolos de estatus. Esa imagen no solo atrae audiencias, sino también la atención de estructuras criminales.
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En estados como Sinaloa, mencionó, se han lanzado advertencias desde avionetas contra influencers, y esas amenazas han sido cumplidas.
El sociólogo afirmó que es difícil establecer bases jurídicas para este tipo de situaciones, ya que existe un vacío legal en torno al contenido que generan los influencers. Además, se producen miles de videos al mes y resulta complicado para las autoridades darles seguimiento.
Finalmente, Araujo subrayó que este fenómeno no es exclusivo de México o Colombia. Casos similares han ocurrido en países como Ecuador y Japón, lo que evidencia que la violencia contra creadores de contenido es un problema global que requiere atención urgente.
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