Marcia Brenner es una psicóloga de 100 años que actualmente vive en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, y que, a pesar de presentar problemas de audición y estar parcialmente ciega, sigue atendiendo a sus pacientes de manera telefónica.
Lo único que deben hacer las personas que buscan estar en consulta con ella es marcar su número de contacto y esperar un par de segundos para que la terapeuta responda desde un auricular inalámbrico.
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A través de este método, la profesional garantiza la atención de todos aquellos que se animan a llamar. Por ello, durante 45 minutos escucha atentamente los diferentes relatos para después intervenir y compartir su consejo.
Su historia fue dada a conocer hace algunos días por el periódico The New York Times, donde contó cómo ha sido su experiencia con esta particular modalidad y cuál fue la razón que la llevó a continuar ejerciendo desde la distancia.

Todo se inició después de la pandemia
De acuerdo con lo hablado por Brenner en la entrevista, a raíz de la emergencia sanitaria que afectó al mundo, tuvo que realizar sus sesiones con la ayuda de varias herramientas tecnológicas porque sintió un gran compromiso con las personas y su profesión.
Sin embargo, en la mayoría de las conversaciones con sus pacientes, se percató de que durante los encuentros les preguntaba algunos datos personales que ya habían comentado anteriormente y que ella estaba empezando a olvidar.
Ante su preocupante pérdida de memoria, se sintió frustrada, pero logró encontrar la fuerza en la filosofía que caracteriza a su familia, que considera importante no negarse a un invitado o a alguien que pide ayuda.
En medio del diálogo con el diario estadounidense, la psicóloga también destacó que siempre sintió que si en algún momento decidía jubilarse, sus pacientes estarían defraudados de no poder continuar el proceso con ella.
Sumado a esto, la asistente de salud, que apoya a Brenner con sus horarios y ciertas actividades del día, confesó que cuando la mujer estuvo hospitalizada a causa de un problema de cadera, las personas que asisten a terapia con ella llamaban constantemente para preguntar cuándo volvería y si su recuperación iba bien.
A lo largo de sus 62 años de experiencia, la mujer tuvo que enfrentarse a una gran cantidad de pacientes, que si bien presentaban personalidades y situaciones muy diversas, la psicóloga tiene claro que nunca abandonó a ninguno.

