
Su capacidad para “cantar melodramas” fue inigualable. Hoy, la voz de Julio Jaramillo, el eterno, sigue resonando en boleros y baladas tan románticas como sus ojos tristes y su sonrisa melancólica.
El Ruiseñor de América dejó de cantar a los 42 años. Cuando su vida se apagó, nació una leyenda.
Este 1.° de octubre hubiera cumplido 90 años, pero sus canciones y la potencia de su interpretación lo superan, después de que la muerte lo encontró el 9 de febrero de 1978.
Trovador y compositor. Enamorado. Cantor de varias generaciones. Estrella ecuatoriana. Así, muchos otros adjetivos acompañan la historia de Jaramillo, quien en su infancia fue expulsado de la escuela por inasistencia y problemas de disciplina.
Años más tarde, cuando su madre soñaba con que se convirtiera en contador, abandonó el colegio y buscó rumbo en oficios como el de zapatero y ebanista, pero cuando halló la música, no la soltó nunca.
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Fue poco el tiempo que estuvo en el mundo, pero su vida se puede resumir como fueron sus canciones: amor, pasión y muerte.
Se dice que grabó entre 5.000 y 7.000 piezas, algunas de ellas escritas por el costarricense Ricardo Reca Mora. Con obras del tico, Jaramillo publicó un disco entero y cantó como ningún otro la afamada Noche inolvidable.
La vida y los amores de Julio Jaramillo
Retomando la relación de Jaramillo con Costa Rica, los músicos de la rockera banda Vargas Brothers han contado que el ecuatoriano y ellos tuvieron un encuentro muy particular.
“Llegó para presentarse en el cine Chassoul, en San Ramón. Entonces se nos metió el agua de que lo queríamos ir a conocer, pues nosotros tocábamos canciones de él. Nos fuimos a parar afuera del hotel donde estaba y Álvaro, como era tremendo y bien metiche, se puso a tocar los acordes de una de sus canciones. Él se impresionó tanto de ver a un chiquillo tocando su música que nos regaló ¢100”, contó Eddy Vargas, en una entrevista con La Nación.
Dicen que así era el cantante, quien nació en cuna humilde en Guayaquil. Fue dadivoso, porque sabía lo que costaba ganarse honradamente el dinero.
Como buen bohemio trovador, Jaramillo vivió intensamente las mieles del éxito musical y se dejó encantar no solo por las mujeres, sino también por el alcohol. “Mi defecto era el trago y mi virtud es ser bueno para el trago...”, dijo algunas veces en diferentes entrevistas.
Era de los que tenían un amor en cada puerto, nunca lo negó. Según un artículo de la BBC, tuvo muchas relaciones sentimentales en Ecuador y en varios de los países que visitó.

“Sí, mi abuelo tuvo muchísimas mujeres, muchísimos hijos, pero él nunca negó uno. Los que aparecieron en ese momento, los reconoció a todos”, relató uno de sus nietos al medio británico.
Aunque no hay datos fidedignos, los estudiosos afirman que Jaramillo se casó al menos cinco veces, otros dicen que lo hizo únicamente dos, pero que, de todas formas, procreó entre 27 y 30 hijos.
La música, la pasión de Julio Jaramillo
Comenzó a tocar la guitarra con apenas 16 años y desde que descubrió su talento, se presentaba en programas aficionados de radio y también en centros de entretenimiento nocturno; con eso se ganaba el sustento. Con su versión del vals Fatalidad (que grabó en 1956), se abrió las puertas a la fama.
Llegaron poco a poco Nuestro juramento, A pasito lento, Te odio y te quiero y una larga lista de pasillos, valses, boleros y tangos, que se convirtieron en parte del cancionero popular de toda Latinoamérica. Incluso, Jaramillo rompió esquemas fuera de la región, tanto que llegó a ser comparado con Frank Sinatra.
La muerte de la estrella Julio Jaramillo
En febrero de 1978, Jaramillo fue hospitalizado en una clínica en Guayaquil. Su estado de salud era sumamente grave: presentaba una situación complicada debido a un cálculo en su vesícula.
BBC explicó que el artista fue sometido a una cirugía, pero, tras la operación, Julio accidentalmente se quitó una sonda que le habían colocado; eso provocó que la bilis se regara internamente.

Luego de otra cirugía de emergencia, su salud se deterioró y el 9 de febrero murió. La causa del fallecimiento fue un paro cardiorrespiratorio como consecuencia de una sepsis.
Con el sentimiento de humildad y posiblemente por no creerse la estrella que fue, en vida Jaramillo pidió que cuando muriera no le hicieran homenajes, pero su talento tenía que reconocerse.
A sus honras fúnebres asistieron 200.000 personas. Sus restos fueron velados durante tres días en lugares como el Palacio Municipal y el Coliseo Voltaire Paladines Polo. Su cuerpo fue sepultado en un mausoleo dentro del Cementerio General de Guayaquil.

