Esos preparativos, que van desde arreglar el pavimento de las calles a la designación de lugares especiales para manifestaciones de protesta, están en marcha desde que la reina Beatriz anunció su abdicación, el pasado 28 de enero.
“Tres meses es muy poco tiempo para la organización de un evento de esta categoría, pero notamos que el entusiasmo de la gente crece a medida que se acerca el día”, declaró ayer la portavoz del municipio de Amsterdam, Tahira Limon.
El alcalde de la capital holandesa, Eberhard Van der Laan, señaló que el objetivo es que la entronización se produzca en un ambiente festivo y que Holanda olvide por un día la crisis económica por la que atraviesa.
El primer ministro, Mark Rutte, adelantó que la celebración será sobria. “El monarca saliente y el entrante no recibirán regalos, ya que ellos mismos dijeron que no quieren presentes. Solo quieren, según dijeron, el entusiasmo de los ciudadanos”, contó.
Sin contar los gastos de seguridad, el evento costará a las arcas públicas 11 millones de euros. “Amsterdam busca patrocinadores para financiar los gastos, para lo cual hay también cada vez mayor predisposición”, declaró a la agencia de comunicación la portavoz municipal.