Detrás del escenario, 42 transformistas se preparaban para ser las verdaderas divas del desfile
Entre vestidos que aún no terminaban de ponerse y deseos de buena suerte, llegó la primera lección aprendida de la noche con esta confesión: ningún transformista sueña con ser una mujer. Un transformista quiere ser un artista capaz de generar emociones en quienes los siguen en cada una de sus presentaciones.
Partiendo de este punto, resulta un poco más sencillo comprender qué se esconde detrás de estos personajes del entretenimiento, quienes más allá de su maquillaje, vestuario y peinados estrafalarios, asumen con valentía esa “misión” de darlo todo en un escenario.
Con 16 años experiencia en el mundo del transformismo, Thalaya, considerada en el gremio como la mejor de Costa Rica, confiesa que la gente no conoce el sacrificio que conlleva ser transformista.
“Las personas disfrutan del resultado final. Nadie se da cuenta de las más de dos horas que nos toma maquillarnos y peinarnos. Pasamos horas pensando en un
A su lado se sentó Divine, reconocida por interpretar a Paquita la del Barrio en diferentes bares gay y en
“Lamentablemente, ya nada es como antes. Recuerdo que hace 15 años, cuando inicié en este mundo, todas asumimos ese compromiso. Ser transformista no es solo ser bella, sino tener el talento de cautivar a un público y eso muy pocas logran conseguirlo”, explicó Divine. Aunque con kilos de más, camina con toda propiedad y seguridad en sí misma por el escenario.
¿Por qué el transformismo ya no es lo mismo? Según ellas, se debe a que algunas nuevas transformistas creen que con maquillarse, verse lindas y ponerse tacones, ya son “estrellas”. Sin embargo, un transformista trabaja la perfección.
Ofrecer un espectáculo de calidad, perfeccionar un personaje y caminar de la mano de la humildad es algo que ya no es prioridad para muchas, dijeron con resignación.
No muy lejos de esta posición está Heras, una de las primeras
Hace 15 años, entró al mundo del transformismo, cuando dejó de lado los prejuicios sobre el qué dirían y decidió aceptar la propuesta.
“Me debatí mucho en ser transformista, porque, hace 15 años, era mucho más mal visto que ahora. En la actualidad, ya se tolera un poco más, pero está la contraparte, en la que ya no se valora el verdadero talento”, aseguró, mientras pintaba de morado las largas uñas que utilizó en el
Tanto para Thalaya, Divine y Heras, el mundo del transformismo se mueve entre las envidias y los celos, pero también queda el espacio para la solidaridad, el compañerismo y las alegrías.
Lo importante, a su parecer, es siempre estar rodeadas de quienes apuestan por el talento, quienes apuestan por esto y hacen su trabajo con profesionalismo se logran destacar en este mundo.
Ante la pregunta de un posible retiro, Thalaya responde entre risas que ya lleva más de 20 despedidas, pero es el público quien la hace regresar; por supuesto, nunca confesó su edad. Ella sueña con consolidar su carrera como diseñadora de modas y pintora.
Por su parte, Heras, quien se enorgullece en decir que es la más rápida en maquillarse pues dura 20 minutos, afirma que el alejarse de los escenarios es una posibilidad por un tema de salud.
“Caminar y bailar con estos tacones durante 15 años, indudablemente deja secuelas. Tengo problemas en una rodilla, así que eso me hace pensar en el retiro porque debo pensar más en mí. Sin embargo, esta es una idea que aún no he madurado del todo, pero siempre es una posibilidad”, afirmó.
Los nuevos talentos son acogidos por “madres” y “padres” que creen en sus capacidades y deciden darles su apoyo.
Tal es el caso de Candy Iser, hija del diseñador Aurelio Iser, quien desfiló un largo y sensual vestido rosado y blanco. Ella cuenta que el llevar este apellido representa un compromiso personal y profesional, ya que en este ambiente existe un gran respeto por las dinastías.
“La mayoría de nosotras tenemos un apellido de respaldo. Nuestros padres, quienes tienen años dentro del ambiente, nos aconsejan, nos protegen y ayudan para no desviarnos de la verdadera magia del transformismo”, sostuvo.
Con cuatro de años de experiencia, Candy y su pareja, Kate Rouge, hija de la transformista internacional Vinna Rouge, explican que sí existe una generación de relevo, capaz de llevar con orgullo el legado de los grandes transformistas.
“En este mundo, hay de todo. Quienes son transformistas por simple notoriedad, por poco dinero y quienes lo hacemos por la pasión, por el cariño del público. Esos son los que hoy triunfamos”, dijo Kate.
Para Tharya, quien solo tiene ocho meses como
“En el camino, perdí algunas cosas, como el amor de pareja. Si me preguntas si repetiría todo de nuevo, lo haría porque cada decisión me llevó a cumplir este sueño”, aseguró con cierta nostalgia esta transformista que sueña con ser parte del Circo del Sol.
No existe la formula perfecta para lograr el éxito, pero esta nueva generación trabaja para lograr conseguirlo con su propio estilo.
Tienen a su favor un público cautivo que sigue a los transformistas donde sea. De hecho, el viernes, la gente los esperó después del espectáculo para tomar fotos y reiterarles su admiración; esa es la recompensa a tanto esfuerzo.