El reconocido escultor costarricense Édgar Zúñiga falleció este 26 de junio, según confirman los registros del Tribunal Supremo de Elecciones.
Entre otras obras, Zúñiga será recordado por su obra del Cristo Resucitado, ubicada en la Catedral de Ciudad Quesada, en San Carlos.
Su partida deja un profundo vacío en la escena cultural del país, donde su legado artístico seguirá siendo una fuente de inspiración para muchas generaciones.
El legado del artista
El 9 de diciembre de 1950 nació en Alajuela Édgar Zúñiga. Hijo del maestro Manuel María Zúñiga, creció rodeado de imágenes religiosas que, según se cree, marcaron su camino hacia el arte.
Desde muy joven ingresó a la Universidad de Costa Rica (UCR) para estudiar artes plásticas. Sin embargo, su espíritu inquieto y creativo lo llevó a dejar la academia y a convertirse en un artista autodidacta.
Aunque una de sus obras más reconocidas sea el Cristo Resucitado, ubicada en la Catedral de Ciudad Quesada, basta con haber caminado por San José para haber visto una muestra de su legado. Desde esculturas expuestas en el Parque Nacional hasta el monumento al Benemérito Cuerpo de Bomberos; su arte forma parte del paisaje urbano.
Adicionalmente, sus viajes por el mundo y su participación en exposiciones internacionales consolidaron su lugar en la historia del arte costarricense.
Un taller multipropósito
Siendo hijo de una familia de creativos, el padre de Édgar acondicionó un galerón detrás de su casa de infancia: un espacio pensado para inculcarle algo de disciplina mientras realizaba labores domésticas y, al mismo tiempo, pudiera trabajar paralelo a sus estudios.
Sin saberlo, ese lugar se convertiría en la cuna del escultor. A los 16 años, Édgar logró convertir este lugar en su propio taller, donde comenzó a formarse como aprendiz de su padre.
Este espacio fue clave para que desarrollara y perfeccionara sus habilidades artísticas innatas. Ahí nació no solo su vocación, sino también algunas de sus obras más emblemáticas, como el Cristo Resucitado en Ciudad Quesada, La Virgen de las Rosas en Atenas, y La Santísima Trinidad, para la iglesia de Carrillos de Poás.
Zúñiga, además de ser un artista con todas las letras, formó a muchos otros y se involucró en distintas causas sociales,
Su legado se mantendrá vivo en cada obra, espacio y persona que formó a lo largo de su carrera.
