Leonel Jiménez vive en una amplia propiedad en La Garita de Alajuela. Bajo un almendro del que cuelgan bolitas de colores siente en paz la brisa que anuncia cuando la tarde está por caer. Hace 18 años lleva una vida más tranquila junto a lo que es esencial para su existencia: la familia.
En el terreno que compró hace 23 años están edificadas las casas de los tres hijos que nacieron de la unión con su esposa Graciela Bejarano: Leonel, Christian y Marcel. Allí ellos viven con sus familias, las que le han dado la ventura a Leonel de ser abuelo y ya bisabuelo por primera vez.
“Tengo cerca de 18 años de vivir una felicidad totalmente diferente. Un apego a la familia. Yo los disfruto como antes no lo pude hacer. Casi no tenía contacto con mi esposa, hijos y nietos. Ahora a cualquier lado nos vamos a pasear. Somos 14 y lo hacemos todo en grupo”, cuenta fascinado.
A Leonel Jiménez no le gustan las canas, por eso, su poblada y lacia cabellera es eternamente negra. En marzo 16 cumplirá 74 años y su capacidad para recordar anécdotas y nombres completos es asombrosa. Ha vivido muchas situaciones, pero aún así hay hechos que le pueden sorprender.
Nació en Quebrada del Palo, cerca de Ciudad Quesada. Allí vivió pocos años. Cuenta que hace poco visitó el lugar y se impresionó al ver la cama elaborada “a punta de machete” en la que nació.
“Mi madre (Irma Jiménez Rojas) decía que me parió en medio de rugidos de león. Nunca más vi ese lugar hasta hace un par de años que fui a conocer y pude llenarme de mucha emoción porque está la cama donde yo nací. Me impactó bastante. Me llenó de mucho sentimiento”, comentó.
En su infancia tuvo escasez material pero gran riqueza en cuanto al amor de su mamá, su heroína, doña Irma Jiménez Rojas, de quien orgullosamente lleva sus apellidos. Una de las paredes de la casa que Leonel comparte con su esposa Graciela está adornada con un retrato de doña Irma (ya fallecida) quien sacó a sus seis hijos adelante haciendo y vendiendo melcochas.
“La infancia fue muy dura, especialmente para mi madre. La pobre fue ella, a nosotros nunca nos faltó nada. (Tuvieron) grandes limitaciones que uno pueda imaginarse, pero sin faltar abrigo, alimento y estudio. Fue una valienta", agrega mientras su oscura mirada resplandece y se asoma una discretísima sonrisa.
Leonel estudió en la escuela Guatemala y se graduó del Instituto de Alajuela: cursó dos años en el día y los demás en la modalidad nocturna; él y sus hermanos debían de trabajar para llevar sustento al hogar. No fue a la Universidad, pero en su caso, no hizo falta. Hace poco el Colegio de Periodistas le entregó un documento en el que se le reconoce como co-fundador.
Doña Irma, a quien llama “la vieja de las mil batallas” siempre estuvo a su lado: desde el momento en el que le ayudó, en sus inicios, para ir a hacer locución en off a Radio Reloj y hasta todas las veces que lo curó por sus travesuras infantiles y juveniles, sobre todo cuando le acompañó todos los días, durante nueve meses, en una cama de hospital en la que estaba inmovilizado luego de clavarse mal en una ola y golpearse tan fuerte que resultó con problemas de cervicales y de médula que le amenazaron con dejarlo inmóvil.
"A mí me hicieron dos orificios en el cráneo y de ahí colgaron unas cadenas con garfios hacia atrás de la cama. Era para que quedara inmovilizado. La misma sanación iba girando poco a poco esos garfios. Detrás de la cama había pesas, que eran lo que me sostenía.
“Yo no tenía permiso de moverme de esa cama. Un día hice un esfuerzo y le pedí a un compañero que me pasara la silla de ruedas, que me inclinara la cama y no sé cómo pero me levanté de la cama, me agarré de la silla de ruedas y el médico entró y se quedó anonadado de ver aquella barbaridad. Aparte del regaño por irresponsable dijo que eso que hice valió para que no quedara siempre en una cama. Tenía 17 años”, recuerda un determinado Leonel, quien hoy vive feliz y tranquilo gracias a las decisiones que ha tomado.
* * *
Leonel Jiménez sabe dejar ir cuando está seguro de que algo más grande viene. Él no ha titubeado en hacer abruptos cambios cuando ellos implican crecimiento. Tampoco dudó, hace 18 años, en dejar las coberturas en estadios y solo dedicarse a su programa Sensación Deportiva y así compartir más tiempo con su familia, ya que años atrás por estar dedicado a su oficio perdió muchos momentos junto a ellos.
En setiembre 2019, Sensación Deportiva cambió de casa. Ahora el programa se escucha por Teletica Radio (91.5 FM) y se ve por TDMás de lunes a sábado a partir de las 12:30 p. m. El longevo programa había sido inquilino de radio Columbia (98.7 FM) por 18 años. Leonel se incorporó en los primeros años de los 2000 tras ser separado de Radio Reloj (despido por el cual tuvieron que indemnizarle con ¢40 millones y una propiedad en San José).
Leonel, quien el 15 de febrero celebra medio siglo de hacer radio, resalta el agradecimiento todo el tiempo. Pero también, antes de declararse un hombre de fuerte carácter, se define como un persona dispuesta a asumir retos, incluso los más complejos o cuestionados.
“Un reto importante, un tanto cuestionado y que causó un poco de revuelo fue mi paso a Teletica Radio luego de muchos años en Columbia”, dijo antes de contar cómo se integró por segunda vez a la emisora a la que llegó en primera ocasión por iniciativa de don Javier Rojas González.
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“Dichosamente cuando estaba en ese momento tan difícil (luego de que le despidieran de Radio Reloj) me llamaron de radio Columbia y me dijeron que había espacio para mí y Sensación Deportiva. Efectivamente me fui para ahí. Estaba muy agradecido con ellos porque me abrieron la puerta en un momento complicado.
"Esperaba terminar mis últimos días de la radio en esa emisora. Lamentablemente se dieron algunas circunstancias con una joven de mercadeo que llegó a crear división y lineamientos diferentes que establecí en el convenio con la gerencia; también (salió de allí) sobre todo, porque el ofrecimiento de Teletica Radio fue muy atractivo. Me respetaban el convenio, ponían a mis órdenes, sin costo, un vendedor exclusivo para el programa y me ampliaban media hora. Esto para mí fue algo muy especial”, explicó antes de hablar vastamente sobre su historia desde todas las aristas.
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Sensación radial
–¿Qué lo llevó por el camino deportivo si trabajaba para ayudar en su casa?
–Mucha gente recuerda cómo siendo muy niño me daba por narrar partidos sin tener ninguna relación con la radio. Narraba con grabadora y hacía entrevistas. Eso me dio una gran posibilidad: cuando Henry Oconitrillo tenía un programa en Radio Alajuela yo me acercaba a escucharlo y un día le pedí que si podía intervenir. Seguro le gustó mi participación y me dijo que siguiera llegando. A don Henry Oconitrillo se lo llevó en ese entonces el Instituto de Desarrollo, él era periodista. De inmediato se dio la posibilidad de que yo me incorporara. Yo estaba recién llegado y de una vez tomé Tertulia deportiva que luego lo bauticé Deporte en el aire. Esa era una emisora local, pero ya tenía muy claro para dónde iba.
–Luego entró por primera vez en radio Columbia...
–Otra decisión importante que tomé fue en el 72, cuando Javier Rojas llegó (un 22 de diciembre) a esta radio en Alajuela con dos sombreros y dos camisas y un documento de póliza colectiva y me dijo que venía a llevarme a la Vuelta Ciclística. Le dije que era imposible, que eran días de mucho trabajo en Radio Alajuela.
"Dijo que necesitaba mi ayuda. Le dije que me permitiera hacer sondeo. Hablé con la hija del dueño y me dijo que no tenía permiso para abandonar un segundo. Me lo dijo en tono un poco fuerte. Bajé gradas y le dije: ‘me voy con usted para la Vuelta’. Cuando regresé 31 de diciembre pregunté qué a qué hora recibía el 2 de enero y me dijo que estaba despedido.
"Yo estaba recién casado y con el problema del pago del alquiler de un apartamento. Y un poco de cosas que había sacado: cama, tele, lavadora, no se qué. Tenía que corresponder con pagos mensuales.
"El 2 de enero, como a las 10 a. m. llamé a Javier y le dije lo que me pasó por irme con él. Me dijo que fuera a San José a Deportivas de Calzado Bohemio. Ahí firmé y comencé el 3 de enero a trabajar en Columbia en 1972.
"Javier me escuchaba en el programa de Radio Alajuela. Por eso fue a hacerme la propuesta de que fuéramos a la vuelta.
“En 1980 tomé la gran decisión de separarme de radio Columbia y firmar con Radio Monumental. Pasaba a ser el comentarista principal con Juan Martín Guijarro, Jorge Pastor Durán, Pilo Obando, Jimmy Avendaño y Carlos Alberto Patiño. Era un grupo sólido. Ahí estuve dos años. Porque en el 82 regresé a Columbia, Javier Rojas me engañó en buenos términos para regresar, es toda una anécdota.
–¿Cómo le llegó la idea de crear Sensación Deportiva?
–Fue una decisión bastante complicada. Quise comenzar el programa y no tenía medios para comprar consola o pagar espacio. El dueño de la soda El Parque me prestó ¢50.000. Con eso compré la consola, dos micrófonos, línea directa que dicho sea de paso ya no se vende, ha andado conmigo 42 años; y pagué un mes adelantado de la radio. Comencé solo con dos anuncios. El programa nació en Radio Libertad en 1978 (alternamente era comentarista en Columbia).
Cuando les conté a Javier y al Rápido Ortiz que tenía todo montado para el programa ellos me dijeron que no cometiera ese error, que no me les metiera a Juan ni a Jorge Pastor Durán a esa hora (12:30 p. m.) que ellos tenían un programa.
Recuerdo que comenzar con dos patrocinadores fue durísimo porque no alcanzaba ni para pagar la radio. Vivía de lo poquito que ganaba como comentarista en Columbia. El programa fue creciendo en audiencia y en patrocinadores. Se consolidó y estamos cerca de cumplir 42 años.
–Si ese inicio fue tan empinado, ¿qué lo hizo continuar?
–Seguí porque estaba convencido de lo que estaba haciendo. Convencido de que iba a alcanzar alto nivel de audiencia.
–¿Cuántos patrocinadores puede llegar a tener? En 2008 usted comentó que en ocasiones los anunciantes hacían fila para aparecer en Sensación Deportiva...
–Podemos llegar a tener 18 patrocinadores. Nosotros nunca hemos tenido vendedor. La publicidad ha llegado sola. En Teletica Radio el vendedor ha encontrado terreno fértil.
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La familia, lo esencial
–Su mamá pudo acompañarlo en sus éxitos. ¿Usted pudo corresponderle todo su esfuerzo para sacarlos adelante?
–Gracias a Dios tuve la oportunidad de tenerle su casita. Compartir con ella. La visitaba todos los lunes y viernes. Tuvimos la oportunidad de viajar bastante. Algo con lo que ella sin duda soñaba.
–Dice que le gustaría que su hijo Leonel continuara el legado de Sensación Deportiva (que el 10 de marzo cumple 42 años al aire). ¿Se ha puesto fecha para salirse de la radio?
–Mientras esté con salud y lúcido mentalmente seguiré. Estoy 100% bien. Gracias a Dios no padezco de mayor cosa.
–¿Este programa le ha permitido tener una buena vida, una vida holgada? Veo que vive en una propiedad muy bonita...
–Digamos que dinero no tengo pero sí logré adquirir esta propiedad. Cuando compré esto andaba cerca de los ¢12 millones. Di una parte y el resto a pagos.
Estos terrenos eran exclusivos para la agricultura. No permitían construir nada. Lo mínimo para comprar eran 10.000 metros. Un amigo me dijo que comprara sin miedo. Compré 6500 metros. Y otros amigos 3500. Cada metro valía $6. En la actualidad cuesta $200. Este es un lindo activo que me regaló Dios para mis hijos.
–Fruto del trabajo, ¿cómo ha podido beneficiar a su familia?
Ayudando con los estudios. Los hijos al tenerlos tan cerca siempre hay que ver de qué manera se les ayuda. Uno tiene conocimiento en tecnologías, otro en relaciones públicas y uno es muy bueno con la pintura. Luego de la apertura de la agencia de viajes (Global Travel) todos trabajan ahí. El sustento de la agencia es Sensación Deportiva.
–Dice que la familia es esencial en su vida. ¿Qué le enternece?
–Los cariños de mi esposa. Principalmente. Tenemos 48 años de casados y si Dios nos deja llegar a los 50, nos volvemos a casar. La ternura de mis nietos y ahora de mi bisnieto es como volver a vivir. Es un amor incomparable. Distinto.
La persona
–¿Cuál ha sido uno de los momentos más duros que ha experimentado en estos 50 años de estar en la radio?
–La más fuerte fue esa separación de Radio Reloj. La forma en que se dio y cómo me dejaron inactivo por casi un mes. Yo me desespero si no puedo ir a trabajar.
–¿Qué pérdidas ha tenido en estos 74 años?
–La más grande es la de mi madre. Ella fue padre, esposo, fue todo ella. Yo le llamaba la vieja de las mil batallas. También la pérdida de muchos contertulios (sus acompañantes de lujo en los programas). Andamos como en unos 22 que han fallecido. Algunos muy cercanos. Gente que se han ido joven, de 57 o 58 años, que estaban en plenitud de la vida y son esas personas que se ven casi todos los días.
Cuando hay un accidente, enfermedad prolongada de alguna manera no sorprende tanto, pero la muerte de casi todos ellos nos ha dejado un dolor muy grande.

–Los contertulios, ¿más que sus compañeros de cabina son sus amigos?
–Somos una familia. Esa es mi segunda familia. El problema de uno es el de todos. Este grupo se ha caracterizado por ser totalmente fiel. Es un grupo que no solo aporta, llámense empresarios, colegas, dirigentes y exdirigentes, etcétera. Ellos han creado un entorno que envuelve totalmente al programa. Lo defienden, lo quieren. Esa fidelidad del programa de unos 50 o 60 amigos, unos más asiduos que otros, pero que se han mantenido siempre apegados a los lineamientos del programa. Ellos me conocen, saben cuál es mi carácter, saben que cada palo aguanta su vela. Y que no soporto extremos de ninguna naturaleza. Creo que con el tiempo ellos han visto como defiendo los principios de la radio y los del programa.
–¿Cuáles son los principios de Sensación Deportiva?
–Hubo un tiempo en el que los programas de radio en lugares abiertos tomaron la fama de que se consumía licor. Ellos saben que dentro del programa no le permito a nadie que consuma ni siquiera una cerveza. Esa es una ley dentro del programa. Saben que no permito exabruptos de ninguna naturaleza y quien se pase de esa línea queda vetado.
–¿Ellos reciben alguna remuneración por participar en el programa?
–Ellos asisten por voluntad. No se le paga.
–¿Qué le ha dejado la radio, qué es todo lo bueno?
–Yo uno mucho la radio con mi familia porque si de algo tengo que darle gracias a Dios y a mi trabajo es haber logrado tener a mi familia unida. Para mí tener éxito en radio o tele es secundario, es cierto que ha sido importante para mi profesión, pero como ser humano y persona el tener a mi familia totalmente unida y no solamente unida de ubicación sino unida de corazón, ese es el logro más grande.
–Es el hijo de una mujer luchadora. Usted tuvo que emprender, ¿qué le dice a la gente que hoy quiere emprender en la radio?
–Tienen que esforzarse y pelear siempre por hacer no solo lo mejor de su trabajo, sino estar siempre lo más cerca de la verdad. Sacudirse de compromisos. Tener una independencia absoluta. Que tengan autonomía y libertad. Es la única manera de progresar en esto. De asumir retos.
–¿Ha tenido algunos problemas por hacer su trabajo? ¿Es cierto que le destruyeron un carro?
–En la final de Liberia y Santos (hace más de dos décadas) me destruyeron un Mercedes Benz (tenía tres años de haber salido de agencia). Ese día quedó gente por fuera. Vendían licor. Era una fiesta porque estaban seguros de que Liberia iba a ganar. El que clasificó fue el Santos. Mucha gente andaba tomada. Me llegaron a decir que estaban quemando el carro. Quemaron otros cuatro porque dijeron que los carros que estaban ahí al frente eran de los árbitros, hubo una jugada de penal que no pitaron, entonces culparon a los árbitros de que Liberia no llegara a primera división.
—¿Cuál es el peso de la voz de Leonel Jiménez?
Me parece que la gente le pone atención a la voz de uno. Ya no solo dentro del programa como director. Sino a la hora de pasar algún comercial.
El peso de todo lo lleva nuestra voz comercial que ya tiene 36 años de estar conmigo: Pepe Castillo.
—Admite tener un carácter fuerte, en general, ¿qué lo enoja?
Tantas cosas. Soy chichoso. Me enojan todas las cosas que no son de bien. Me molestan las injusticias. Será porque he sido una persona muy solidaria, a través de los años y pensando siempre en lo que fue mis principios de tanta pobreza, limitaciones, trato de ayudarle a alguna gente. Estar cerca de los problemas que aquejan a los seres humanos. Todas esas campañas que realizo en el programa ya no solo para las campañas de juguetes de los niños en diciembre, sino para personas que requieren ayudas de camas ortopédicas, de sillas, operaciones, de tantas cosas. Ese lado a mí no solo me duele. Sino que me molesta ver como falta tanta solidaridad. Ese lado me golpea bastante.
–¿Cuánto sacrificio significó tener lo que tiene hoy?
–Diría que bastante. Tengo casi 45 años de viajar todos los días a San José. Muchos años en autobús, luego conseguí mi carrito cerca de los 80.
Ha sido mucho y fue muy duro porque me separé de la familia. Casi que los abandoné. Salía de mi casa a las 9 a. m., los veía caminando a la escuela y luego regresaba casi a la 1 a. m.
Eso hizo que en un momento tomara la decisión de no volver nunca más a transmitir en los estadios. Separarme de la tele y dedicarme al programa y a mi familia.
—¿Cuál cree que ha sido su fórmula para que su figura que se mantenga y además seguir creciendo?
—Cuando se encuentra la rectitud, cuando se va por caminos sanos, cuando se lucha por una causa como la del programa y cuando lo ven de una sola cara, de una sola línea ayuda principalmente a que haya un respeto.
Me dicen que soy famoso, pero en realidad soy popular. Eso lo percibo. Lo siento cuando voy a cualquier lugar, me piden fotos y autógrafos. No me siento bien, pero hay que complacer a la gente. Uno percibe el cariño de la gente. Ese es el reconocimiento más grande que uno tiene en la actualidad.
—¿Qué tal se adapta a las nuevas tecnologías?
—Mis hijos ayudan en comunicación e internet. Uno va metiéndose en ese cambio.
No tengo Facebook, tuve. Sirve para cosas buenas pero hay un alto porcentaje de gente maligna que aprovechas las redes sociales para causar daño, para señalar a personas de manera indiscriminada. Entonces me alejé de todo eso.
Tenemos chat de contertulios en WhatsApp. Ahí discutimos e intercambiamos fotos y videos.
—¿Hay algo de lo que se arrepienta en este camino?
—Me arrepiento de no haber pasado más tiempo con mi familia. Pero doy gracias a Dios porque eso me impulsó para que ellos tengan una vida un poco más cómoda y tenerlos tan cerca y compartir todos estos últimos años de mi vida.
—¿ Qué lo apasiona?
—Mi gran pasión ha sido el fútbol. Lo practiqué antes del accidente con un juvenil especial que tenía la LDA. Esa fue mi pasión de siempre. Ese accidente (cuando se clavó en una ola) me dejó lesiones serias para el resto de la vida. Esa pasión la veo reflejada en campeonatos locales, olimpiadas, mundiales.

