Aparte del sacerdocio, trabajar en radio ha sido el oficio que más apasiona al Padre William Lizano, quien fue muy querido durante cuando fue el director de Radio Fides en los 90.
El 7 de febrero su vigorosa pero apacible voz regresa a las ondas radiales. Él acompañará a Andrés Zamora, el conocido Padre Mix, todos los miércoles en el programa Las Chachalacas (a las 11 a. m. por 90.7), espacio de humor sano y motivación.
Las Chachalacas es un programa sin corte religioso en el que Lizano aporta comentarios llenos de gracia y que invitan a meditar. Es un espacio con matiz espiritual que no altera la línea popular que caracteriza a la emisora Q Teja.
“Como siempre, la radio es una de las motivaciones de mi existencia. El hecho de estar a través del micrófono con los oyentes es una alegría para mí. Además del sacerdocio, la radio ha sido lo que me ha apasionado”, dice.
Cuando hace sus introducciones en Las Chachalacas siempre busca un mensaje bíblico que, por lo general, se acompaña de alguna canción que transmita alegría.
“Juan 16 nos habla de la vida, de que Cristo es vida y nos ha resucitado. Luego de dar ese mensaje lo que yo hago es meter una canción, en ese caso va muy bien la de Marc Anthony, Vivir mi vida. La idea es compartir una canción que dé motivación para vivir. Dar píldoras para reaccionar a un problema concreto de la vida”, contó.
Un sacerdote singular
Siempre sujeto a su sacerdocio, William Lizano fue una figura atípica. En 1994 fue mediático por asumir la dirección de Radio Fides, emisora que colocó en el top 10 de las más escuchadas sacándola de las abismal posición 40.
“Llegó a codearse con Omega y Columbia. Decían que cómo era posible que ‘la rezadora 'los fuera a desbancar”, recordó Lizano, quien también se formó como periodista.
De aquellos días han pasado muchos años. En abril de 1999 el padre William dejó la dirección de esa emisora. Casi dos décadas después, él tiene 62 años, una figura más delgada y no usa el prominente bigote de aquellos tiempos. Su corte de cabello es el mismo pero el color no. Las canas han poblado su cabeza.
Popularizar la emisora en esa época no fue el único hito que marcó el padre William. Lizano fue el protagonista de una hazaña que comúnmente no se esperaría de un sacerdote: se puso un sombrero de charro y cantó rancheras.
El afable padre William grabó un disco con pistas de canciones populares pero con letras cristianas, su asombrosa acción fue agradecida por el público católico, pues su fin era llevar las ondas de Radio Fides hasta sitios recónditos.
“Esto del canto surgió más por necesidad que por vocación. Necesitábamos montar un transmisor en la península de Santa Elena. Había conseguido el permiso de Canal 7 gracias a doña Olga Cozza, acordamos el pago de ¢100 mensuales; pero teníamos que montar en esas antenas todo el complejo, pero no teníamos el dinero.
"Entonces acudimos a dos cosas: la generosidad del pueblo de Dios y alguien me dijo que con el Mariachi Colonial lanzáramos un CD de música conocida pero con letra cristiana. Entonces así nació el disco y fue increíble. Con base en eso, la ayuda del pueblo de Dios y el apoyo de monseñor Arrieta, que nos regaló ¢500.000, alcanzamos los ¢7.000.000 que necesitábamos”, recordó.
Cantar no fue complicado para quien posee una prodigiosa voz y un gusto musical que le heredó su padre.
“Canto porque papá era muy amante de la música mexicana pero nunca lo ejerció. A él le gustaba la música de Pedro Infante y Jorge Negrete. Me acuerdo que yo siendo un güila escuchaba con él en Monumental el programa Celajes rancheros, a papá le gustaba escucharlo. Lo oíamos juntos porque nosotros éramos muy apegados por la experiencia de haber quedado (junto con sus hermanos) huérfanos de madre tan jóvenes (eran niños)”, contó.
Su talento es evidente, pero Lizano dice que si “se tiró al agua” fue por amor a la radio. Nunca se desenfocó. Él siempre quiso ser sacerdote y también ejercer la comunicación. Convertirse en estrella del canto no fue la aspiración del padre.
“La vida artística termina saturando, uno ve personas que se meten al mundo artístico y terminan con su hogar destruido. La factura tiende a ser muy alta. Para mí es de admirar gente que aún estando dentro de ese mundo artístico mantiene su estabilidad como esposo y como padre de familia, pero ese mundo es muy absorbente, muy esclavo.
"Yo fama no quería. Probablemente algunos pensaron diferente, más bien si usted habla con quienes estuvieron cerca de mí, le pueden decir que yo los reprendía: había que hacer las de Juan el Bautista, menguar para que la luz de Jesús salga. A uno lo marca el seminario y la formación que a uno le dan”, recalca.
Sin necesidad de fama, pero con un interés por ejercer su pasión musical, William Lizano dice que aunque no ha vuelto a cantar, sí ha estado en conversaciones con la profesora de música Lucía Rodríguez, con quien grabó el disco ranchero en los 90.
“Ella me dijo que nos sentaramos a conversar para hablar de un proyecto para este 2018”, contó.
Hoy
Desde hace un tiempo la vida de Lizano se desaceleró un poco. En noviembre del 2016 se pensionó de la docencia. Él fue el profesor de Ética y Moral en el Saint Mary School durante cinco años.
A inicios del 2017 males digestivos aquejaron al apreciado sacerdote, quien aun, en proceso de recuperación, nunca dejó de lado su labor sacramental. Con tono vivaz el 5 de febrero William Lizano dijo sentirse feliz y motivado porque su salud ha mejorado notablemente.
“Gracias a Dios me siento muy bien. Estoy con toda la pata. Con el tratamiento vamos full extras. Estoy haciendo mi vida normal. Hago más bautizos y matrimonios. Eso lo había reducido (por su enfermedad)”, confiesa.
Conversar con el sacerdote es ameno. Aunque usa su cuello romano, una especie de tira blanca que se coloca en el cuello de la camisa y que es necesaria cuando los sacerdotes no visten sotana, él transmite confianza y responde amplia y amablemente a cada pregunta. Eso sí, reconoce ser “quitado para las entrevistas”.
“Si bien es cierto, la comunicación es parte de mi pasión, cuando uno se retira lo que desea uno no es un rechazo a la comunicación, sino darle un espacio a las nuevas generaciones”, dijo.
Ser tan discreto no lo priva del vínculo afectivo que creó con los oyentes, muchos de los que ahora disfrutarán escuchándole por las ondas de la Q Teja.
“Si hay algo que tengo que agradecerle inmensamente a Dios es el amor y el cariño con el que la gente me sigue recordando. Es un cariño sincero. Yo también los recuerdo con mucho cariño (se le entrecorta la voz y lleva la mano a su pecho)”, dijo.
Luego de asumir una vida más tranquila, el padre William dice que se prepara para vivir su etapa de oro, “la parte final de su vida”.
“Diría que poniendo pies en tierra de acuerdo a los especialistas la expectativa de vida son entre 74 y 80 años, entonces por más que me cuide voy a llegar como meta a esa edad. La vida es impredecible, solo Dios la sabe, es mejor hacer sueños para una década determinada que viene con extras y no soñar con extras que nunca vinieron”, asegura.
William Lizano no teme a la muerte. “Creo que si el Señor me llamara mi misión estaría cumplida. Si Dios me llama es por algo y bueno... tan es así que los cuatro tiliches que tengo están resueltos, los puse en manos de Dios y de las personas que me han colaborado; (por ejemplo) Felipa quien es una señora que me cocina desde hace 35 años”, dice.
Su día a día consta de comunicarse con sus seres queridos y también para dedicar tiempo a su jardín.
Con sus hermanos, Lizano es cercano. Se hablan por teléfono y se ayudan cuando es necesario. El padre William no se aferra a lo material, para él lo esencial es hacer “tesoros en el cielo”.
“Dentro de lo que se puede, trato de ayudar no solo cualitativa sino cuantitativamente, la vida está difícil y, por ejemplo, si usted recibe un millón de colones y tiene tantos hermanos cada uno con su realidad, en algún momento hay que hacer alguna especie de 'vaquilla' y ayudarse. No hay que aferrarse a lo material, en primer lugar Dios es mi tesoro. Después las personas que son las que me dan razón de vivir, de moverme, de accionar. Esta vida sin ustedes sería estar como en un desierto. Una vida sola es irrealizable”, asevera.