
Hay una zarzuela por ahí, “La tempranica”, del español Gerónimo Giménez, donde se destaca un número dedicado a la tarántula. Se canta lo siguiente: La tarántula e un bicho mu malo, / no se mata con piedra ni palo / que juye y se mete / por tos los rincones / y son mu malinas / sus picazones.
Sabemos que a Peter Parker no lo picó una tarántula, ¿o sí?, para convertirlo en el superhéroe conocido como el Hombre Araña. Hay distintas versiones sobre el tal animalito y lo cierto es que cambió para siempre la suerte del joven Parker.
Es probable que muchos hayan sido picados por arañas sin convertirse en superhéroes, pero ahora la bien lograda película Spiderman: Un nuevo universo (2018) nos narra otra historia y nos sorprende con sus estancias narrativas y con sus volteretas del relato.
También nos atrapa y halaga con su presencia visual, donde la pantalla grande se llena de creatividad y de talento con sus efectos especiales o los tales CGI, término en inglés para «imágenes generadas por computadora». Viene bien dirigida por un trío, a saber: Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman.
Spiderman: Un nuevo universo reproduce el estilo actual de un cómic, lo hace no solo con soltura, sino también con desparpajo que aúna bien la acción intensa con el humor fino. Es como si estuviésemos metidos dentro de las páginas de una revista de historietas.
El filme corre con sabiduría narrativa, con buen manejo de la intensidad y con elegancia desde su animación y, aunque Peter Parker anda por ahí, el héroe de la función nos resulta otro hombre arácnido. Se llama Miles Morales y es latino.
Dicen que una buena comida, si gusta, siempre se repite. Esta vez, aparecen más héroes arácnidos, incluso una muchacha (Mujer-Araña) y un chanchito-araña; igual emergen conocidos enemigos de Peter Parker, y, con tales personajes, la tensión de la aventura crece y crece.
Lo visual, dentro de su constante movilidad, pasa por distintos estilos, tantos como lo permite un acelerador de partículas que por ahí asoma de manos de los malos, hasta topar con una expresión psicodélica que no me gusta tanto, pero acepto que está bien lograda con su colorido.
Es injusto no mencionar a los guionistas, Phil Lord y Christopher Miller, sobre todo por su ingeniosa creación del multiverso (distintos universos en juego). Igual, debo alabar el papel de la música, que juega desde una presencia real o diegética (parte de la narración) hasta una incidental o mimética (la que no escuchan los personajes).
Alta recomendación, porque esta película es tan trepamuros como su héroe principal y sus aliados. Acción, diversión (mejor como autoparodia) y efectos visuales seductores.