Mariangel Gómez Vargas empezó a enamorarse del baile cuando estaba en el kínder. En ese tiempo, hace siete años, ella era una integrante activa del grupo folclórico.
Sus padres, Christian Gómez ‘Tapón’ y su esposa, Marianné Vargas, notaron que su hija menor poseía un talento especial.
“Aparte de que le gustaba notamos que tenía aptitudes. Empezamos a preguntarle que si le gustaría entrar a clases, le hablamos del ballet pero le parecía aburrido. Ahí empieza la historia”, cuenta el conocido cantante nacional.
Mariangel entró a clases de gimnasia y su habilidad sobresalía. Pasaron cinco meses y los profesores le preguntaron que si quería empezar a bailar los estilos latino y urbano. Ella dijo que sí.
En el 2015 Mariangel, hoy de 13 años, empezó en la academia de baile. Su disciplina y talento la hicieron avanzar y en el 2017 sus mentores le hablaron de concursar en una competencia mundial. Ella tenía nueve años.
“Empezamos a ensayar en 2017 y en el 2018 fuimos a México a la competencia Euroson Latino World Salsa Championship (uno de los concursos más relevantes junto al World Salsa Summit, otro mundial de salsa). Competí en la categoría de salsa infantil latino. Un día antes de la competencia me enfermé por todo lo que comí (risas). No pude ir a medir el piso (reconocimiento de la pista). Fui a concursar a pura suerte. Al día siguiente me sentí mejor. Esa vez quedé de cuarta en mi categoría”, recuerda la adolescente, quien recién ingresa a sétimo año de colegio.
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A finales del 2018, en Costa Rica, ella y otros bailarines conformaron el grupo Los Peques. Para 2019 regresó a competir a México, esta vez como solista, en baile de pareja y grupal.
“Esa vez no me enfermé, pero me lesioné. No podía hacer mucho, debía guardar reposo. En la competencia de pareja nos tocó abrir, quedamos de terceros a nivel mundial. Como solista también quedé tercera y como grupo fuimos campeones”, recuerda Mariangel.
Después de esa competencia, Mariangel quiso seguir en concursos de salsa en línea. En 2019 fue campeona nacional. En octubre del 2019 fue a una competencia centroamericana y fue la gran ganadora en la categoría solista.
A estos logros se sumó que en el 2020 se coronó como bicampeona nacional y además, pudo participar en una edición internacional del Euroson Latino World Salsa Championship, esta vez virtualmente por la pandemia. Otra vez ganó.
El mundial del Eurosone era en junio y lo trasladaron a diciembre. Igualmente el concurso fue virtual y ganó, convirtiéndose en la campeona infantil en la categoría de salsa como solista. En esa posición por primera vez hubo un empate en el que comparte la posición con una bailarina colombiana. Que el concurso fuera a través de la tecnología, hizo que más niñas se inscribieran. Por lo general, en los encuentros presenciales ella se enfrentaba a menos de 20; en esta ocasión bailaron casi 50.
En el mundial del 2020 ella también participó en el apartado de pareja y ganaron el primer lugar.
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“Con los pies en la tierra”
Mariangel suena como una joven bastante madura para su edad. A su lado, durante la entrevista, la acompaña su papá, quien además de apoyarla y acompañarla en todas las competencias, es quien le recuerda que “es bueno ser importante, pero es más importante ser bueno”.
“Lo que más me alegra con ella y con mi hijo (Gabriel Gómez, de 17 años y estudiante de ingeniería en sistemas) es ver la disciplina que ha desarrollado. Esa disciplina que le va a ayudar toda la vida. Eso es lo que más me alegra. Verla que es una niña muy disciplinada. Muy responsable. Y enseñarle que siempre tenga los pies sobre la tierra y a Dios por delante. Quiero enseñarle que dependa de Dios y no de nosotros, pues en algún momento uno no estará”, dice su papá.
Tapón continúa: “Más que logros y trofeos y un campeonato mundial, lo más valioso es ver que lo ha conseguido por esfuerzo propio”.
En las competiciones, Mariangel ha ganado premios simbólicos, principalmente la posibilidad de continuar entrenándose en talleres virtuales, por eso su padre considera importante que empresas patrocinen este tipo de disciplinas, pues en cada competencia ellos deben de invertir en los boletos de quienes asisten, que por lo general son la bailarina y sus papás, además de cubrir todo lo relacionado al vestuario.
“Este año queremos buscar la forma de encontrar patrocinios, pues el mundial será en diciembre y en un lugar aún más caro. Ya ella es campeona mundial, campeona centroamericana y bicampeona nacional. Los bailarines son atletas y sería valioso apoyarlos”, dice el padre.
Apoyo de miles
Mariangel dice que el baile es lo que más le gusta, y si bien le gustaría estudiar ingeniería civil o criminología, no piensa desligarse del arte.
“Quiero desarrollarme en el baile. Llegar a tener mi propia academia, enseñar y poder calificar en las competencias.
“La experiencia ha sido muy impresionante. Para la edad que tengo he conseguido muchas cosas que cuestan mucho y que son complicadas de lograr. No es poco tiempo porque esto ha implicado mucho. La ventaja es que empecé muy pequeña”, asegura.
Hasta ahora, la bailarina acumula más de 15.000 seguidores en su Instagram @mariangelbailarina, de hecho muchos son de otros países, quienes se interesan por sus contenidos relacionados con el baile.
En la alimentación de su red social influye mucho su papá, quien se ha especializado en marketing digital.
“Si no fuera por los incentivos de mi papá yo tendría como 1.000 seguidores. Él es quien me motiva a estar activa en redes y a estar en contacto con mis seguidores”, dice la adolescente.
Y es que aparte de compartir historias y videos, también entretiene con Tiktoks en los que aparece bailando con Tapón, algo que ha despertado el interés de sus seguidores.
“El tema de redes lo he estudiado. Sé cómo mover las redes sociales y hacer contenido. La aconsejo con el contenido. La mamá básicamente le maneja el Instagram. Me enseñan lo que quieren publicar y les sugiero cosas”, dice el cantante, quien resalta que el éxito de su hija está relacionado con su dedicación.
“Le digo que apenas inicia, todavía falta mucho y lo que más le digo es que sea una gran persona, de nada vale ser un gran profesional si no se es una gran persona. Uno que está en la casa y sus profesores nos damos cuenta de lo que ha costado, lo que ensaya y practica.
“Ha aprendido desde pequeña el valor del trabajo”, dice orgulloso.