
La actriz estadounidense Kelley Mack, conocida por su papel como Addy en la serie The Walking Dead, falleció a los 33 años el pasado sábado 2 de agosto en su ciudad natal de Cincinnati, Ohio, según confirmó su familia.
La causa de su muerte fue un glioma, un tipo de tumor cerebral que se forma en las células gliales, responsables de sostener y proteger las neuronas del sistema nervioso central.
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Aunque Mack participó en una sola temporada de la serie, su personaje se ganó el cariño del público. La artista también tuvo pequeñas apariciones en otros programas de televisión, cortometrajes y películas independientes.
La noticia se dio a conocer a través de un comunicado publicado en su cuenta de Instagram, donde su hermana compartió un mensaje de despedida en el que relató que Kelley falleció acompañada por su madre y una tía.
En enero de 2025, Mack había compartido en redes sociales detalles sobre su enfermedad. Explicó que los primeros síntomas aparecieron en octubre de 2024 tras mudarse a un nuevo apartamento. Inicialmente pensó que sufría de una hernia discal debido a un dolor persistente en la espalda baja.
Luego experimentó picazón neuropática en su cuádriceps derecho y dolores intensos en las piernas y la espalda, lo que la obligó a dormir en un sillón reclinable. Una resonancia magnética de emergencia reveló una masa anormal en su médula espinal.
Poco después, se le diagnosticó un glioma, clasificado como un tipo raro de astrocitoma. Tras someterse a una biopsia, perdió la movilidad de su pierna derecha y casi toda la izquierda, por lo que dependía de un andador y una silla de ruedas.
Como parte de su tratamiento, recibió radioterapia de protones, la cual finalizó en marzo de 2025.
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