Crítico literario“El poder reside donde los hombres creen que reside”, le dice Varys, el eunuco y consejero del trono, a Tyrion Lannister, el enano que detenta los poderes ejecutivos de la corona y es el personaje clave de esta novela. Esa maquiavélica visión de mundo, que entiende la política como una pugna por el poder para dominar a otros, es lo que diferencia a
En este libro en particular la magia es apenas una excusa para hacer avanzar la trama.
Lo extraordinario, a excepción de los dragones, casi siempre se mantiene en el reino de lo inexplicable, místico o simbólico, más que de lo fantástico.
Por otra parte, Martin incurre en varios de los hábitos más conocidos de la fantasía épica, uno de los cuales es un frenesí genealógico que lo lleva a darles nombre a cientos de personajes, explorar sus linajes, nombrar sus casas, describir sus estandartes y blasones, bautizar sus armaduras, espadas, barcos, castillos, etc.
También se entretiene en el embellecimiento de las descripciones de eventos marciales, una fascinación que va de la mano con el tono viril que permea toda la obra.
En
El honor cede ante el pragmatismo. Abundan los envenenamientos, los asesinatos políticos, los matrimonios o adulterios estratégicamente planeados, la traición, el oportunismo. Estos elementos han demostrado ser indispensables para historias que han logrado gran éxito en la televisión, como sucedió, por ejemplo, con los Tudor o los Borgia.
La adaptación que se hizo de
En la novela, sin embargo, el autor Martin tiene espacio para penetrar, a pesar de su énfasis en lo dramático, en los procesos mentales de sus personajes, un lujo que la adaptación televisiva debe necesariamente pasar por alto y que se echa de menos.